¿Quién es el personal auxiliar que ha jurado confidencialidad sobre el cónclave?
Conductores, cocineros o ceremonieros, entre otros, también se confinarán para evitar que filtren noticias sobre el desarrollo del proceso
Quedan menos de 48 horas para que se pronuncie el «extra omnes» con el que comenzarán las votaciones del cónclave, el próximo miércoles por la tarde. Mientras tanto, se ultiman los preparativos que harán posible el cuidadísimo procedimiento que regula la elección del nuevo Pontífice. Así, por ejemplo, este lunes a las 15:00 horas ha realizado su juramento de confidencialidad todo el personal auxiliar que facilitará el desarrollo del cónclave.
Se trata de aquellos hombres y mujeres que desde que este comience trabajarán en la cocina, la limpieza o la portería de los alojamientos de los cardenales. También los ascensoristas, conductores de autobuses, los guardias suizos que custodiarán las puertas de la Capilla Sixtina y un trabajador que se asegurará del buen funcionamiento de la chimenea. Así lo explica Javier Martínez-Brocal, corresponsal de Alfa y Omega y coautor del libro Cónclave.
—¿Habrá traductores para los cardenales que no se manejen demasiado bien en italiano?
—En las congregaciones generales sí los ha habido, pero en la Capilla Sixtina no. Todos lo saben, más o menos; y en caso de necesidad apelan a la bondad del que está sentado al lado. Además allí dentro ya simplemente se vota, los comentarios son más circunstanciales. Y cuando no están ahí se van con los que conocen.
En este grupo de personal auxiliar se encuentran también quienes asistirán en la parte religiosa, como Diego Ravelli, maestro de las celebraciones litúrgicas pontificias; y los cerimonieri o ceremonieros. Todos ellos han jurado no contar nada relacionado con la elección del Papa. En realidad, ninguno estará en la Capilla Sixtina, aclara Martínez-Brocal. Pero por el trato diario con los cardenales podrían oír comentarios o aplausos, o incluso sacar sus propias conclusiones de las expresiones faciales u otros comportamientos de los electores.
Sin señal de móvil ni internet
Para facilitar esta discreción, «en teoría están todos confinados», al igual que los electores. Es decir, estas personas dejarán sus residencias habituales el miércoles a más tardar y se alojarán en alguno de los edificios que se consideran parte del recinto donde se celebra el cónclave. En este caso, Casa Santa Marta, Santa Marta Vecchia o el Pontificio Colegio Etíope. Todos estos sitios han sido reformados en la última semana y media para detectar la presencia de micrófonos y anular las señales de móvil e internet.
«De paso, han aprovechado a hacer algunas obras y pintar», añade el corresponsal. Por ello, incluso los cardenales que estaban alojados en Casa Santa Marta tuvieron que dejarla hace semana y media. Este lunes se han sorteado las habitaciones y quienes lo deseen ya podrán alojarse en ella desde el martes por la tarde.
Quien no lo haga, tendrá que llegar a registrarse el miércoles a primera hora de la mañana, porque «en cualquier caso tienen que estar allí antes de la Misa pro eligendo Pontifice para ir juntos a la basílica de San Pedro. Es entones cuando empieza el cónclave, aunque en ese momento estén todavía los cardenales no electores».
En el último día antes del cónclave, «por la mañana hay congregación general, que va a ser decisiva» al ser ya la última y contar con la presencia de los 133 electores. Después, los cardenales tienen la tarde libre. Martínez-Brocal pronostica que dedicarán ese tiempo a retirarse y rezar personalmente, o a tener pequeñas reuniones entre ellos. «El domingo, muchos aprovecharon para visitar sus parroquias aquí en Roma». Con todo, el vaticanista relata que viven un momento de tanto peso con bastante normalidad. «Hace un rato me he encontrado al cardenal Mario Grech», secretario general del Sínodo de los Obispos. «Le he dicho “Coraggio, eminencia”. Y me ha respondido “por ahora vengo de comer, que es lo que toca”».