Este cardenal etíope pasó siete meses en prisión por negarse a colgar los hábitos
Berhaneyesus Souraphiel fue encarcelado por el régimen comunista del Derg. Cuenta que «los marxistas mataron a mucha gente»
El cardenal Berhaneyesus Souraphiel tiene 76 años, es arzobispo de Addis Abeba y primado de la Iglesia católica etiópica. Cuando era tan solo un joven sacerdote vicenciano, sufrió la persecución del régimen comunista del Derg que azotó el país entre 1974 y 1987. «La religión era el opio del pueblo y querían eliminarla», contaba el purpurado a Alfa y Omega en 2023. En aquel contexto de persecución, los militares «expulsaron a todos los misioneros y se quedaron con nuestras cuentas bancarias y casas». Además «me dijeron que abandonara mi labor y me hiciera marxista, pero me negué». Como consecuencia, dio con sus huesos en prisión durante siete meses.
El primero lo pasó en régimen de aislamiento y «solo salía de mi celda para ir al baño por la mañana y por la tarde». Después supo que «en mi celda de dos por dos metros habían estado 14 estudiantes a los que mataron, fue un tiempo muy duro, los marxistas mataron a mucha gente». Según contaba Souraphiel, los revolucionarios sacaban por las noches a presos de la cárcel que «nunca volvían». «Pasé miedo, especialmente durante el mes de aislamiento estaba aterrado, recé mucho», nos confesaba.
El arzobispo de Addis Abeba recordaba además en conversación con este semanario que «cuando me llevaron con el resto de presos, había ortodoxos, católicos, musulmanes y protestantes. No nos dejaban rezar, pero lo hacíamos durante la noche». Aunque la situación fue lacerante y supuso una auténtica violación de sus derechos humanos, Berhaneyesus Souraphie consideraba también que, de algún modo, «fue una gran oportunidad para mí porque en esa situación estás desnudo ante Dios». A su juicio, «ese período me dio la fe para confiar en Dios en cualquier circunstancia porque, pase lo que pase, si crees en Él vencerá cualquier mal».
Ahí no termina la historia, pues en 2015 Berhaneyesus Souraphiel se encontró con quien fue su captor, Tessema Belay. En aquella ocasión era el revolucionario quien estaba entre rejas. «Me pidió perdón y le dije: “Te perdoné hace mucho”. Lo aprendí de san Juan Pablo II y de cómo perdonó a Ali Agca». En conversación con Alfa y Omega, el purpurado revelaba también que, aunque «todas las autoridades marxistas estaban condenadas a muerte, propusimos al Gobierno que se les conmutara por cadena perpetua». E incluso fueron más lejos, pues «luego pedimos que los perdonaran». Después de ser amnistiado, Belay «vino con su familia a la catedral a darme las gracias», añadía el cardenal.