¿Por qué yo, Señor? - Alfa y Omega

En los años 70 hubo una canción de country cristiano que cautivó tanto al público americano como a los artistas del sur de Estados Unidos. Fue en 1972 cuando un incipiente cantante texano llamado Kris Kristofferson, autor de otros reconocidos temas como Me and Bobby McGee, decidió grabar una composición que había elaborado tras volver de una sesión religiosa con un reverendo cuyo nombre era Jimmie Rogers Snow. Kris estaba atravesando un momento emocional bastante bajo en su vida y hubo dos factores que le animaron a escribir esta letra.

Por un lado, la propia experiencia que tuvo en aquel encuentro, donde levantó la mano cuando el pastor preguntó si había alguien que se sintiese perdido. Posteriormente, este le hizo arrodillarse y liberarse de la carga de culpa que no le dejaba vivir en paz. Por otro lado, una canción de Larry Gatlin, llamada Help me, que escuchó aquella jornada. De estas dos situaciones salieron una serie de versos bajo el título de Why me, o Why me Lord?, que es el otro nombre por el que se conoce a este clásico: «¿Por qué yo, Señor? Qué he hecho / para merecer más de uno de los placeres que conozco. / Dime, Señor, qué hice para merecer tu amor. / Y toda esa amabilidad que me has demostrado». En la versión original, los coros recayeron sobre la figura de una cantante llamada Rita Coolidge, esposa de Kristofferson, a quien conoció años antes, cuando ambos viajaban en un vuelo desde Los Ángeles hacia Nashville. Kris, en un detalle amoroso, decidió bajarse en Memphis con ella en una de las escalas antes que continuar rumbo a la ciudad de la música. Ambos grabaron juntos varios temas hasta que se divorciaron.

Este clásico religioso es una canción que muchos otros artistas han querido versionar a posteriori, como por ejemplo Elvis Presley, que desde 1974 empezó a cantarla en sus shows. Al rey de la música le encantaban los himnos espirituales. También se animaron a aportar sus toques distintivos a este tema gente como George Jones, Willie Nelson, Merle Haggard, Connie Smith o Johnny Cash, entre otros. Fue tal el éxito que tuvieron estas palabras, y el movimiento interno que despertó dentro de cada uno, que los cantantes de la época no podían dejar pasar la oportunidad de entonarla en algún momento de sus vidas sin que se quedase registrada. Todos se sintieron elegidos.