Un coro gospel para salir de la prostitución y la trata - Alfa y Omega

Un coro gospel para salir de la prostitución y la trata

Las oblatas de El Raval utilizan la música para ayudar a las mujeres y sensibilizar a la sociedad. «Cuando cantan se olvidan de todo», dice una educadora

Fran Otero
Concierto en la iglesia de Santa Anna, en Barcelona. Foto: El Lloc de la Dona.

Desde hace 26 años, El Lloc de la Dona, una obra de las Hermanas Oblatas, acoge a mujeres en contexto de prostitución y trata en el barrio barcelonés de El Raval. El proyecto ofrece una atención integral que se basa en pilares como la atención social, la formación y la inserción laboral, y trabaja en función de las necesidades de las mujeres. Así nació Dona Gospel, un coro formado fundamentalmente por mujeres nigerianas —también hay de otras nacionalidades— que acuden al centro, al que se han sumado una voluntaria y una educadora «Nació en los pasillos de El Lloc de la Dona. Cuando las mujeres entraban y salían de las clases de español las escuchábamos cantar este tipo de música. Y decidimos que teníamos que montar algo», explica a Alfa y Omega Míriam Tarruell, educadora social. Estaban convencidas de que la música sería un acicate para unas mujeres que «han pasado por un trayecto migratorio difícil», que han ejercido la prostitución en condiciones difíciles, o incluso han sido víctimas de trata. El vínculo sigue cuando abandonan el recurso, pues hay mujeres que continúan cantando.

Tarruell todavía recuerda el primer concierto. Cuatro o cinco mujeres, sin guitarra ni piano. Tampoco había directora. Corría el mes de junio de 2016. En septiembre de ese mismo año contrataron a una directora profesional y en Navidad tuvieron su primera actuación seria. Desde entonces no han dejado de crecer. Han actuado en las fiestas del centro y también en otros contextos. Como la semana pasada en Madrid, donde clausuraron la II Jornada sobre Trata con Fines de Explotación Sexual. En 2021 —año de la última memoria de la entidad— ofrecieron seis conciertos. Estuvieron en el Festival de Música Negra de Sant Cugat; en el acto de difuntos de la Fundació Arrels; en el del 25 aniversario de El Lloc de la Dona, y en un centro residencial para mujeres de las Hijas de la Caridad. «Son muy buenas a nivel musical, pero no somos profesionales. De hecho, no siempre somos las mismas», explica la educadora.

Los efectos de estos seis años de proyecto son visibles en los rostros de las mujeres. Al menos en las que han estado en Madrid. «Cuando cantamos nos olvidamos de todo, pero cuando llegan tarde, o no vienen, caes en la cuenta de lo que hay detrás de sus vidas, del sufrimiento y las situaciones difíciles. Lo bonito del coro es el contraste con esta situación: la alabanza a Dios, la vida y la esperanza», explica Tarruell. Sofía, nombre ficticio, sonríe y confiesa a este semanario: «Me gustar cantar las canciones de Dios. Ya cantaba gospel en Nigeria y ahora también en Barcelona». Esta joven nigeriana afirma que El Lloc de la Dona la ayuda en todas las situaciones de su vida, desde a aprender español hasta «otras cosas que no puedo contar». Alivio, ayuda y religión son las palabras que usa María, tampoco es su nombre real, para hablar del coro. Su vida hoy es «mucho mejor» tras conocer a las oblatas en El Raval, confiesa mientras suena de fondo Amazing Grace.

El 83 % de las víctimas no se detectan

La II Jornada Internacional sobre Trata, que las Hermanas Oblatas organizaron en Madrid el pasado jueves, sirvió para poner de manifiesto las lagunas de la legislación española en materia de trata, cuya consecuencia más grave es la desprotección de las víctimas. En primer lugar, según denunció Carmen Ortega, provincial de Europa de las Hermanas Oblatas, la trata con fines de explotación sexual todavía está infradetectada. La afirmación la hizo con datos, porque de las 673 mujeres que la congregación detectó como potenciales víctimas, solo 113 fueron reconocidas como tales por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, que tienen la competencia para ello. Esto quiere decir que el 83 % no se reconoce. Y por eso insistió en que, como sucede en países como Italia, las ONG puedan ser «agentes identificadores».

Por otra parte, Carmen Meneses Falcón, profesora de la Universidad Pontificia Comillas, puso de manifiesto que la ley de extranjería —en lo que se refiere a las dificultades para la regularización— «no permite a las mujeres salir de la prostitución». «El no estar en situación regular favorece y las hace permanecer en esa situación», subrayó.

Además de los conciertos, Dona Gospel también participa en acciones de denuncia y sensibilización. Porque su voz y su presencia ayudan al oyente a conocer una realidad, muchas veces oculta y olvidada. «Algunas de las personas que van a los conciertos no saben de dónde proceden estas mujeres. Explicamos que somos un grupo de gospel y que es un proyecto social que atiende a mujeres, pero no hablamos expresamente de trata o prostitución. Creemos que ellas tienen valor por sí mismas. Además, el que quiera investigar puede hacerlo y encontrará más información», explica.

El futuro tanto del coro como del proyecto pasa por «estar atentas a ellas» para responder desde sus necesidades. El gospel es un ejemplo claro. Como lo es Compartint talents (Compartiendo talentos), un proyecto en el que las propias mujeres se ponen al servicio de las demás y ofrecen sus conocimientos en diversas áreas, como manicura y pedicura, maquillaje o redes sociales y emprendimiento. «Necesitan espacios donde puedan sentir que tienen valor», concluye Tarruell.