Perroterapia para peques con cáncer: la parte humana (y canina)
Visitamos la sede madrileña de la Clínica Universidad de Navarra para conocer esta herramienta terapéutica y de ocio para los pacientes
Fundación Aladina apoya y acompaña a los niños y niñas que tienen cáncer. Gracias a su trabajo en el extranjero descubrieron que en otros lugares se desarrollaban prácticas desconocidas aquí. Fue el caso de la perroterapia. «Empezamos a trabajar con Perros Azules (organización especializada en intervención asistida con canes) después de ver lo que se hacía en otros países», recuerda Lorena Díez, directora de Hospitales de la Fundación Aladina. «Los comienzos fueron difíciles. Había reticencias, y todavía queda alguna, para dejar entrar a los perros a los hospitales. Fue difícil convencer al personal sanitario».
Pero lo consiguieron y desde 2008 están presentes en distintos hospitales de España, como la Clínica Universidad de Navarra (CUN) en sus sedes de Pamplona y Madrid. En la capital llevan dos años aplicando con éxito esta terapia con pacientes de pediatría oncológica de la unidad de protonterapia. «A todos aquellos que siguen poniendo reticencias por temas de higiene y posibles contagios, les decimos que estos animales están supervacunados, tienen hasta vacunas especiales para poder venir a hospitales. Además, son perros totalmente profesionalizados», defiende Díez.

Tres da un par de ladridos. La técnica en intervenciones que lo acompaña dice que es su manera de reclamar atención, de decir «quiero que vengan ya las niñas». Tiene ganas de trabajar. El ladrido da paso a la alegría porque llega Dama, la otra perra de la terapia. Dama se lanza sobre su compañero para saludarse. Así da gusto empezar la jornada de trabajo.
Julia llega decidida, o al menos lo intenta. Tiene 14 meses y todavía no tiene un dominio absoluto sobre el arte de andar. Su madre le da la mano en todo momento. Junto a Julia está su hermana mayor, Lara, un poco vergonzosa, aunque ya conoce a los canes. Su padre se queda en un segundo plano durante la sesión. Eso sí, no pierde detalle y mira sonriente a su familia. La sonrisa es una constante en los cuatro, aunque a lo mejor ni ellos son conscientes de esto.
Julia tiene un tumor cerebral y la están tratando con protonterapia en la sede de Madrid de la CUN. Se trata de «una técnica de radioterapia que utiliza el protón como partícula de tratamiento», explica el doctor Javier Serrano, de Oncología Radioterápica de la CUN. Mientras el doctor habla, Julia y Lara peinan a los animales y juegan con ellos a esconder cosas que los peludos tienen que encontrar.
También para adolescentes
«En el hospital tenemos que garantizar la parte científica, por supuesto; pero también la humana», dice el doctor. «Aquí tenemos muchas familias enteras desplazadas. Se trata de facilitar las cosas a quien viene. Intentamos ponernos en el lugar de alguien que tenga cáncer y de los que han venido con ese alguien. Tratamos de que el entorno sea amable». La parte humana incluye las sesiones semanales de perroterapia. Todos los niños y niñas están invitados a participar, así como sus familias. En función de cómo se encuentren o cómo tengan el día, deciden si participan o no.
La doctora María Segura, de Oncología Pediátrica, habla de este proyecto como de dar un soporte de cuidados. La actividad no es solo ocio, que también. «Es una terapia complementaria. Está demostrado que el apoyo de los perros mejora, por ejemplo, los niveles de estrés de los pacientes», explica. La doctora explica que los niños suelen estar serios en su despacho. «Por eso cuando los veo en perroterapia» disfruta. «Allí les cambia la cara. Yo había visto a este niño en consulta, ¡y ahora es otra persona!». Otra de las ventajas que resalta el doctor Serrano es que mejora la confianza de los menores en el equipo médico. «Están más tranquilos y colaboradores, además de que toleran mejor los contratiempos», cuenta.

«Para los más chiquitos, como estás viendo hoy, es un juego», cuenta Lorena Díez, de Aladina. «En el caso de los adolescentes, la perroterapia sirve además para fomentar la unión entre pacientes, porque cada uno está muy aislado en su cuarto». Con ellos no deja de haber entretenimiento y diversión. «De hecho, los perros juegan al tres en raya con ellos», explica Díez. «Pero también son una herramienta para tratar problemas cognitivos o de movilidad, por ejemplo. Por otro lado, estar aquí es muy cansado, son tratamientos largos y a veces es el animal el que consigue sacar al paciente de la rutina, del cansancio, del hartazgo».
Ha llegado la hora, la perroterapia ha terminado por hoy. Julia y Lara se despiden. Su madre sigue sonriente dando la mano a Julia y sin perder de vista a Lara. Se levanta discreta y pasa junto al equipo del hospital y de la perroterapia. Susurra: «Gracias por este regalo».