La Casa Aladina para niños con cáncer que contará con golf o cine: «Tienen derecho a seguir siendo niños»
La Fundación Aladina construye el primer centro de día de apoyo integral para menores con esta enfermedad. Según su directora, Ishtar Espejo, apoyará además a familias y supervivientes
―¿Por qué hacer un proyecto de estas características? ¿Qué sentido tiene?
―La misión de Aladina siempre ha sido mejorar la calidad de vida de los niños y adolescentes con cáncer y la de sus familias. Hoy estamos presentes en 22 hospitales de toda España, donde ofrecemos apoyo muy completo. Pero hemos detectado algo muy importante: cuando estos niños no están ingresados, siguen estando enfermos. Y, sin embargo, dejan de tener acceso a muchos de los programas que ofrecemos en el hospital y que son fundamentales para su bienestar, como el apoyo psicológico, el ejercicio físico adaptado, las actividades lúdico-terapéuticas o la cercanía de nuestros voluntarios.
De esa necesidad, y con la vocación de innovar y dar siempre lo mejor, surge la Casa Aladina. Un hogar pensado como una extensión natural de lo que ya ocurre en el hospital, para que ese acompañamiento no se interrumpa. Aquí podrán seguir recibiendo terapias y apoyos continuados: desde rehabilitación en una piscina interior y deporte, hasta actividades con perros, programas de arte, música, juego, o incluso un huerto donde conectar con la naturaleza. Todo ello en un espacio donde además podrán relacionarse entre ellos, crear comunidad y, sobre todo, no sentirse solos
―¿Todas las terapias que no son médicas, tipo golf o teatro, tienen impacto en la salud de los enfermos?
―Es indudable que no podemos cuidar solo la parte física de los niños y adolescentes con cáncer. Hay que acompañarlos de manera integral. Su bienestar emocional, psicológico y también su espíritu son igual de importantes. En Aladina trabajamos cada día para que esto sea así, con programas que los ayuden a mantener la ilusión y la sonrisa, porque eso forma parte también de la curación. Y no lo decimos solo nosotros. Hay numerosos estudios que demuestran que actividades como la arteterapia, el teatro o el juego tienen un impacto muy positivo en la salud de los niños enfermos. Lo mismo ocurre con el deporte, ya sea golf u otras actividades físicas, que no solo aportan beneficios emocionales y psicológicos, sino que incluso reducen la toxicidad de la quimioterapia y otros tratamientos.
Pero, más allá de la evidencia científica, hay algo que nunca debemos olvidar. Los pacientes son niños, y tienen derecho a seguir siéndolo. El juego no es un lujo, es parte esencial de su vida y una pieza fundamental también de su recuperación
―¿Cuáles son los servicios de los que va a disponer la casa?
―La Casa Aladina va a continuar con muchos de los programas que ya ofrecemos en los hospitales, empezando por el apoyo psicológico y emocional, siempre liderado por un equipo de profesionales especializados. Pero además queremos ir mucho más allá y sumar nuevas iniciativas. Habrá talleres y actividades lúdico-terapéuticas de todo tipo: artísticas, manualidades, juegos, con espacios diferenciados para niños y para adolescentes, de forma que cada uno tenga actividades pensadas para su edad. También contaremos con terapia asistida con perros de manera continuada, actividades al aire libre, un huerto ecológico, una gran piscina interior y un espacio dedicado al deporte.
Otro pilar será la nutrición. La casa tendrá un área de cocina para trabajar con las familias hábitos saludables, además de programas de yoga y mindfulness. En definitiva, será un lugar en el que iremos incorporando continuamente nuevas terapias y programas, siempre buscando las más adecuadas y beneficiosas para estos pacientes y sus familias.
―Explíqueme en qué va a consistir ese espacio para las familias que han perdido a un hijo.
―Una de las realidades más duras con las que convivimos en Aladina es la de aquellas familias que pierden a sus hijos. En ese momento necesitan más apoyo que nunca. Por eso contamos con un programa muy sólido de acompañamiento en el duelo, liderado por nuestro equipo de Psicología, que organiza grupos y ofrece atención especializada en este periodo tan difícil. En la Casa Aladina, estas familias dispondrán de un edificio propio, con entrada independiente, pensado para ser un lugar íntimo, seguro y acogedor, donde poder seguir participando en estas terapias de duelo junto a otros padres que están viviendo la misma situación. Un espacio cuidado, bonito, que les permita sentirse acompañados y no solos.
Además, queremos subrayar algo que para nosotros es fundamental: prestar un apoyo especial a los supervivientes, esos niños y adolescentes que superan la enfermedad, pero a los que no siempre se acompaña lo suficiente en la vuelta a la vida después del cáncer. La Casa Aladina también será un lugar para ellos.