«En el hospital me aburría» - Alfa y Omega

«En el hospital me aburría»

Vivian tiene leucemia. A causa de la pandemia, pasó un mes casi sin salir de la habitación y sin ver a nadie más que a su madre. La Fundación Aladina sigue acompañando a estos niños y sus familias

María Martínez López
2 El tratamiento está ayudando a Vivian a luchar contra la leucemia, pero a veces hace que se sienta mal. Al cabo de un tiempo, «se me cayó un poco el pelo». Foto cedida por Isabel Rosado

El verano pasado Vivian se empezó a sentir mal. «Tenía fiebre», nos cuenta, y al principio los médicos pensaron que era la COVID-19. Pero las pruebas que le hacían daban siempre negativo, y tuvieron que investigar más. Al final, el 31 de julio le dijeron que lo que tenía era leucemia. «Me asusté un poco». Sabía que era un tipo de cáncer y «pensé que me iba a morir, como les pasa a algunos». El cáncer es la principal causa de muerte entre niños en España. Aunque la mayoría de los 1.400 chicos a los que se les diagnostica cada año se curan. Para apoyarlos a todos, el 15 de febrero se celebra el Día Internacional del Cáncer Infantil.

Vivian ingresó en el hospital Gregorio Marañón, de Madrid, para el tratamiento. A esta difícil experiencia se le sumó el estar encerrada «todo el rato en mi habitación». En las zonas de pediatría de muchos hospitales suele haber aulas, salas de juegos e incluso teatros, pero «no se podían usar». Tampoco veía a nadie más que a su madre y a los médicos. Solo al cabo de varias semanas pudieron ir alguna vez a verla su padre y su hermano, casi siempre de uno en uno.

«Antes del coronavirus los padres se turnaban en el hospital y a los niños los podían visitar familiares y amigos», explica Lorena Díez, directora de Hospitales de la Fundación Aladina, una organización que ayuda a estos niños. Pero en los peores momentos de la pandemia, «algunos niños con trasplante de médula se tuvieron que quedar meses seguidos en su cuarto con su madre o su padre». Los pequeños «lo llevaban mejor», pero a los mayores les costaba.

Con el tiempo y la mejora de la pandemia, Vivian pudo pasar algunos ratos con toda su familia. Foto cedida por Isabel Rosado

Juntos desde Casa

«Me aburría un poco», reconoce Vivian. Solo se entretenía viendo la televisión, y participando por videoconferencia en las actividades que organizaba la Fundación Aladina. «Los voluntarios han tenido que dejar de ir a los hospitales», dice Lorena. Al mejorar la situación, se dejó que volvieran los psicólogos que Aladina ofrece para ayudar, y también otros trabajadores que hacen actividades deportivas. Pero los niños seguían necesitando compañía, y por eso, «desde el primer momento, pusimos en marcha el proyecto Juntos desde Casa», con clases de cocina, talleres de pintura, juegos de misterio y también actividades de relajación para los padres.

A medida que pasaban las semanas, a Vivian se le fue quitando el miedo porque «me dijeron que el tratamiento iba bien». Después del primer mes pudo irse a casa, aunque no podía salir a la calle «por la COVID-19 y los tratamientos». Le bajan las defensas y corre el riesgo de coger alguna otra enfermedad.

Con caballos en la pantalla… y fuera

El momento favorito de Vivian en el hospital era «cuando llamaban las chicas de los perros y de los caballos». Esta terapia con animales por videconferencia es una de las actividades estrella de Aladina en Juntos desde Casa. Con la ayuda y los consejos de una monitora, «les digo que salten, que tiren la pelota y la recojan…». Pueden hasta jugar al tres en raya con el perro, añade Lorena, de la fundación: el monitor «les enseña a darles órdenes para que el perro vaya donde está la ficha que quiere mover y la ponga en otro sitio».

Cuando toca videoconferencia con caballos, «los monitores los cepillan, los acarician y les dan de comer, y nos entretiene verlo», sigue Vivian. Pero lo mejor fue cuando, una vez que se encontraba un poco, mejor Aladina organizó una salida de toda la familia para ver a los caballos. «Me dejaron montar en uno», cuenta encantada. No es solo un pasatiempo, aclara Lorena. «Se crean lazos que ayudan a que los niños se sientan mejor física y psíquicamente».