Estamos en la época en la que hay que empezar a hacer las matrículas para el curso que viene en el colegio. En este trámite, entra también la decisión de elegir o no la asignatura de Religión. Algunas personas no entienden que se dé esta clase en los colegios, si ya hay catequesis en las parroquias. María Montobio, que la ha enseñado durante 20 años, nos explica que la clase de Religión es distinta de una catequesis, y que es importante que se enseñe en el colegio porque «es necesaria para entender bien otras asignaturas».
Por ejemplo, «no se puede entender la Historia sin la religión». María les cuenta a sus alumnos, por ejemplo, que «las universidades las puso en marcha la Iglesia y que, cuando no había escuelas públicas, los niños podían estudiar gracias a las escuelas religiosas». También hace falta conocer la religión para comprender el arte. «A veces, la gente va a un museo y no entiende los cuadros porque tienen temas religiosos que no conocen. Además, les digo que, para que el pintor Velázquez pintara ese Cristo crucificado, o el escultor Salzillo hiciera esas imágenes de la Semana Santa de Murcia, han tenido una experiencia religiosa muy fuerte. A los niños les gusta mucho cuando les hablas de quienes construyeron las grandes catedrales, o de los grandes músicos, y se dan cuenta del peso que tenía la fe para ellos. También enseño cómo son las otras religiones, y de que todos los hombres están buscando a Dios».
Pero hay más cosas que hacen que la clase de Religión sea especial. El primer colegio de María, en el que estuvo diez años, era muy conflictivo: había chicos con problemas de delincuencia, de drogas, y otras situaciones marginales. «El mensaje de Jesucristo era una novedad para ellos, y se sentían identificados cuando les hablaba de que Jesús estaba al lado de los pobres, de los pecadores. Ese Jesús cercano», que les quería y les salvaba incluso en esas situaciones tan malas, «les daba esperanza».
Por eso, «a veces venían a contarme cosas que a lo mejor no se atrevían a contar a otros profesores. Establecí una relación muy bonita con algunos, que incluso me siguen llamando por teléfono. Vi que, enseñando Religión, podía llegar al corazón de las personas». Después, María ha estado en otros colegios donde las situaciones no son tan malas, pero los niños siempre tienen algún problema, a veces graves, y la clase de Religión les ayuda. «El profesor de Religión sigue siendo una referencia».
Cuando María empezó a enseñar esta asignatura, «me gustó tanto que no lo he querido dejar. A mí también me ha ayudado mucho, porque el explicar estas cosas ha hecho que yo también haya aprendido. Le doy gracias a Dios, y no cambiaría este trabajo por nada».