La Iglesia de Corea del Sur es una Iglesia joven, llena de fuerza y en crecimiento (tenemos alrededor de 100.000 Bautismos al año). Sin embargo, la falta de profundización en la fe y de experiencia personal de Jesús hace que muchos de estos nuevos cristianos abandonen pronto la fe, lo que ha hecho que se acuñe el neologismo de cristianos enfriados.
Desde nuestra llegada a la diócesis de Daejeon, una ciudad en la que hay 42 universidades, el obispo nos pidió que nos dedicáramos a los jóvenes y nos encomendó la Pastoral Universitaria en tres clubes católicos (todas las universidades, sean católicas o no, tienen un club católico). El delegado de Juventud nos pidió también que apoyáramos espiritualmente un programa de voluntariado y misión para jóvenes, que se realiza dos veces al año, en las vacaciones, en distintos países del sudeste asiático (Camboya, Tailandia, Vietnam, Indonesia, etcétera). La opción preferencial por los jóvenes y, con ellos, por los pobres, ha sido un hilo conductor de estos años. Con los jóvenes nos acercamos a los ancianos, servimos en lugares muy pobres de Camboya, vivimos una misión de misericordia y de compartir alegría con los abandonados por esta sociedad tan competitiva.
En esta foto podéis ver a cuatro jóvenes de la Universidad Kaist, en Daejeon, una de las mejores de todo el país, donde se estudia Ciencias y Tecnología. Estos chicos, estudiantes de Física, de Matemáticas y de Ingeniería Informática se reúnen en el club católico (unos 15 miembros) dos veces a la semana, una vez todos juntos y otra por grupitos pequeños. Hace unos días me reunía con este grupo pequeño para compartir el Evangelio del domingo y descubrir qué significa en nuestra vida y cómo viene a responder a las preguntas que cada uno de nosotros tenemos. Lee Yo Han (el segundo por la derecha) compartía que le gustaría vivir el amor de Jesús al 100 %, con pasión, entregarse a los demás hasta cansarse. Kang Chan Shin (el primero por la izquierda) decía que piensa que los jóvenes no saben lo que es el verdadero amor, cómo amarse a sí mismos, porque lo confunden con «pasarlo bien, la comodidad, el gusto», y que eso lleva al aburrimiento. Yu Jin (el segundo por la izquierda) confesaba que últimamente ha estado haciendo todo lo que le daba la gana, sin mirar a su alrededor, vagueando, durmiendo… decía que se arrepentía de no mirar más allá de sus narices y preocuparse por los otros, porque se da cuenta de que vivir así le está dejando una tristeza y un vacío enorme.