¡Ojalá que no, y ojalá me equivoque, pero a estas alturas de la película, cuando ya ha comenzado el curso, con la nueva ley Wert de educación en vigor -otro cantar es que se cumpla y se vuelva al esfuerzo y a la excelencia-, y cuando también el nuevo curso político se pone más o menos en marcha, ojalá que no se haga verdad el viejo y sabio dicho castellano de que a buenas horas, mangas verdes! En vísperas de la Diada del escandalazo catalán, empiezan los señores del Gobierno a poner toda la carne en el asador de la unidad de España. A buenas horas, después de treinta y tantos años de complicidad de los políticos de un lado y de otro, de trágala educacional y de mirar hacia otro lado que al que miraba el gran Pujol, salen a la luz encuestas reveladoras de la verdadera dimensión del intolerable, desleal y traidor separatismo, y resulta que una mayoría de catalanes quiere respetar el fallo del Constitucional, o eso dice, y sólo el 23 por ciento defiende la consulta (así le llaman eufemísticamente al ilegal referéndum). ¿Y dónde han estado y qué han hecho hasta ahora el casi 77 por ciento restante? Se publican entrevistas con hispanistas de prestigio que revelan que la culpa del bienestar y del nivelazo de vida en Cataluña la tiene el resto de España, ¡vaya noticia!, y que algunos ladrones, además de ladrones, son insoportable y estúpidamente arrogantes. ¡Ojalá, ya digo, no sea demasiado tarde para poner remedio, y ojalá se haga realidad la vieja sabiduría del otro dicho castellano, según el cual más vale tarde que nunca!
La corrupción desmonta el plan soberanista, se lee en las portadas de algunos periódicos. ¡Ojalá!; pero, ¿no quedábamos en que la corrupción no es precisamente de ayer ni de anteayer? Hay llamativos reportajes y encuestas fascinantes entre los jóvenes que confiesan: «Hemos dejado de creer en la derecha, en la izquierda y en el centro. Lo que hay no nos representa»; pero lo verdaderamente curioso e interesante es que, salvo las lógicas excepciones, dignas de todo elogio, y que confirman la regla, no dicen en qué o en quién creen, ni tampoco quién o qué les representa. A lo peor es que con la LOGSE y la Educación para la ciudadanía no han conseguido saberlo. No tendría nada de particular… Hay otras encuestas más confortadoras, según las cuales, los jóvenes de última generación se han hartado del modus vivendi de las generaciones que les precedieron inmediatamente y pasan del pasotismo, del consumismo, del juerguismo y del botellonismo, y empiezan a darse cuenta de que hay realidades, ellos dicen valores, que merecen más la pena, como la lealtad, la responsabilidad, la familia y el sentido común. ¿Quieren ver ustedes que vuelve el sentido común y hasta el bien común, y que no hay como tocar fondo para salir de las crisis?
Mientras tanto, el Gobierno español destina a Cataluña otros 1.720 millones de euros más (saquen la cuenta en pesetas, oigan). ¡Asombroso! ¿Será para que pueda pagar cómodamente la insolidaria secesión? ¿A lo mejor el gran Pujol podría financiárselo, no les parece a ustedes? Todos nos jugamos mucho, casi todo en este comienzo de curso. Hay muchas más cosas y mucho más trascendentales e importantes, pero si lees los periódicos, o escuchas las tertulias al regreso de las vacaciones, esto es lo que hay, anuncios de cacería de fachas aparte, o sea, que el que se aburra será porque quiere o porque le gusta…
Y si de la piel de toro pasamos al resto del planeta, la verdad es que el panorama no es como para tirar cohetes, ni en Ucrania ni en Gaza, ni en Liberia, ni en Escocia, ni en la Francia de Hollande y Le Pen, ni en la OTAN, ni en la ONU, ni en la UNESCO. Ni en esa cumbre celebrada en Gales, en la que se ha fraguado una fuerte alianza contra la barbarie del yihadismo islamista y en la que, junto a los Estados Unidos de América del Norte, están Inglaterra, Alemania, Francia, Canadá, Italia, Australia, Turquía, Polonia y Dinamarca. No busquen más, no se molesten ni se empeñen, porque España, ni está, ni de momento se la espera. Vaya usted a saber por qué. Tal vez porque estamos ocupadísimos en lo de los ERES de Al Ándalus, o en lo de la Diada, o en lo de Gibraltar, o en la verja, o en las rencillas y chapuzas nuestras de cada día. Verán ustedes, ¿a qué no saben cuánto dinero ingresa tráfico cada día en multas? No se lo van a creer: un millón de euros cada 24 horas. Para que luego me vengan a hablar a mí de la ineficiencia y de la chapuza nacional… Cuando se quiere, se hace y se consigue. ¿O no?