Misión Metrópolis. Se moviliza la nueva evangelización
La nueva evangelización, a la que dedicó su pontificado Juan Pablo II, da ahora sus frutos inesperados. Benedicto XVI, que ha convocado a la Iglesia para vivir el Año de la fe, a partir del próximo mes de octubre, ha lanzado una idea que parecía olvidada hace veinte años: las misiones ciudadanas
Cuando la idea de relanzar las misiones populares comenzaba a cuajar, la Santa Sede, por primera vez, se puso en primera línea, a través del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización, para proponer a doce grandes ciudades de Europa, entre ellas Barcelona, la iniciativa Misión Metrópolis: grandes encuentros en la calle para que la Iglesia comparta su tesoro más precioso: su fe y su amor.
Muchos afirmaban que las misiones populares habían quedado olvidadas en el pasado del Viejo Continente, y que una idea de esta amplitud encontraría dificultades para implantarse. La respuesta ha superado las alternativas. Ahora, la Santa Sede está desbordada. Hoy día, son 72 las ciudades europeas que ya se están organizando. Y podrían ser muchas más. El número es simbólico, pues se ha pasado del restringido grupo de los apóstoles al más amplio de los discípulos enviados por Cristo.
Monseñor Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización, confiesa la sorpresa: «Desde la primera reunión, celebrada en julio del año pasado, se ha dado un gran entusiasmo, inesperado, por parte de las doce ciudades comprometidas en este signo de evangelización común y participado. Las metrópolis ven cada vez más la misión como una real posibilidad de acción pastoral, capaz de incidir en la vida cotidiana de las personas. La Cuaresma es vista como una gran oportunidad, porque la lectura de la Palabra de Dios, las catequesis del obispo, la celebración del sacramento de la Reconciliación, unidas al signo de la caridad, pueden ser un signo evidente del compromiso de los cristianos en el anuncio del Evangelio de Jesús en nuestros días. Así ha surgido la idea de ampliar, en 2013, esta experiencia a 72 ciudades de Europa».

Monseñor Fisichella está abriendo el terreno. Antes de Navidad, por ejemplo, celebró en uno de los centros comerciales más grandes de Roma esta iniciativa. Un gesto que podría ser repetido en las misiones que se están organizando a nivel local. «Haber celebrado la Santa Eucaristía dentro de uno de los centros comerciales más grandes de Europa, significa ponerse en un proceso de nueva evangelización, que ya implica a muchas parroquias del territorio y movimientos, que han comprendido la importancia de los lugares de agregación de personas. Se trata de lugares estudiados y realizados para que se conviertan en las nuevas plazas, no sólo de las nuevas ciudades, sino también de las antiguas. Es verdad, hacen que nos alejemos de la belleza de los centros históricos para atraer con el fulgor de los letreros luminosos, pero también tienen el mérito de llegar a hombres y mujeres de toda edad, jóvenes, muchachos, adultos, ancianos, familias. Esto significa que se han convertido en un espacio en el que no puede faltar la presencia de los cristianos. Estos últimos hechos están llamados a provocar, recordando al mundo que el hombre vale más de lo que consume o compra, pues debe responder a la pregunta del sentido de la existencia».
El Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización publicará pronto una página en la que se podrán consultar las nuevas iniciativas que están surgiendo en torno al Año de la fe. Se trata del mayor esfuerzo realizado por la Santa Sede desde hace décadas. Como dijo monseñor Fisichella, en el pasado Consistorio, al Papa y a los cardenales, el 17 de febrero, la Iglesia se está jugando su futuro. «Los contenidos fundamentales de la fe ya no se conocen, y la participación en los sacramentos experimenta una notable disminución nunca antes experimentada», afirmó el prelado. El momento es histórico: estas iniciativas las necesitan «muchos cristianos indiferentes, alejados de la vida de la comunidad y con frecuencia confundidos por las vicisitudes de la Historia, que sobre todo en este período ha entrado en una grave crisis de identidad y de responsabilidad social».