Maribel y la extraña familia: el humorismo es lo más limpio de intenciones - Alfa y Omega

En España somos maestros en el escarnio: exageramos los defectos o las limitaciones hasta el ridículo, a veces de forma muy intencionada. Se ha vuelto tan habitual el sarcasmo que parece una epidemia social. Y uno respira al volver los ojos a Mihura, como si encontrara en una obra de 1959 un poco de aire fresco y saludable. En sus propias palabras, para este autor español «el humor lo único que pretende es que por un instante nos salgamos de nosotros mismos, (…) y descubramos nuevos rasgos y perfiles que no conocíamos. (…). El humorismo es lo más limpio de intenciones, el juego más inofensivo, lo mejor para pasar las tardes. Es como un sueño inverosímil que al fin se ve realizado».

Esta afirmación encaja perfectamente con Maribel y la extraña familia. La obra es una historia de redención en la que una mirada positiva hace conocer, descubrir lo que estaba no sólo oculto, sino que parecía definitivamente sepultado, alcanzándose así la realización de un sueño. Maribel, una prostituta, de repente se ve integrada en una familia —Mariano, un joven que busca pareja, su anciana madre doña Matilde, y la hermana de ésta, doña Paula— que la acoge incondicionalmente, y tiene que hacer un recorrido hasta aprender a confiar de nuevo en la gente y a mirarse a sí misma reconociendo su dignidad.

Gerardo Vera, después de su etapa como director del CDN, abre la temporada del Teatro Infanta Isabel —justo la sala donde Mihura estrenó muchas de sus comedias— con un gran trabajo: la reposición de una obra popular que, a veces, se asocia con el teatro aficionado o, peor aún, reaccionario o anticuado porque tuvo éxito en los años 60 y 70. Seguramente don Gerardo, libre de otros compromisos y presiones, quiere ver realizada su vocación de director sencillamente como corresponde, haciendo disfrutar al público, y lo consigue demostrando, además, que esta obra tiene total vigencia. Cuenta para ello tanto con actores jóvenes como con otros de gran experiencia. Entre los jóvenes, Lucía Quintana es una Maribel con fuerza y convincente, y Chiqui Fernández como Pili está divertidisíma. Pero sobre todo están fantásticas Sonsoles Benedicto como doña Matilde y Alicia Hermida como doña Paula, especialmente esta última. Creo que ya nunca podré imaginar ese personaje tan tierno con otro aspecto.

El público responde a la apuesta de Gerardo Vera. Observo cómo la sala del teatro, en una época de crisis, se ha llenado de personas de toda condición: desde estudiantes a señoras a quienes recoge un chófer con un lujoso automóvil a la puerta del teatro; desde actores famosos, a acompañantes a los que ni suena el nombre de Mihura. Es un espectáculo añadido ver que la calidad de la obra congrega a un auditorio tan dispar. Escucharlos reírse al unísono es, de alguna forma, también como un sueño inverosímil que al fin se ve realizado, que diría Mihura.

Maribel y la extraña familia

★★★★☆

Teatro:

Teatro Infanta Isabel

Dirección:

Calle Barquillo, 24

Metro:

Chueca

OBRA FINALIZADA