Los obispos tildan de «emergencia social» el acceso a una vivienda de «quienes viven bajo el umbral de la pobreza»
En su mensaje para la fiesta del Corpus —Día de la Caridad—, la Conferencia Episcopal denuncian la violencia de la que «vivimos rodeados» y llama a los católicos a actuar. «No podemos quedarnos ahí parados mirando al cielo»
La fiesta del Corpus Christi de este año, cuando la Iglesia celebra el Día de la Caridad, es «especialmente significativo»», aseguran los obispos en su mensaje para esta jornada, al celebrarse durante el jubileo de la esperanza. Y es que los católicos estamos llamados a «dar nuevas esperanzas» ante el contexto «de violencia» del que «vivimos rodeados».
La guerra, por ejemplo, «devasta numerosos rincones del mundo», desde Tierra Santa hasta el cuerno de África, provocando «éxodos masivos», expulsando «a pueblos enteros a territorios inhóspitos» y vaciando «el sentido de pertenencia. Su herencia es muerte, destrucción, miseria, hambre, odio y desesperación».
Respecto de Europa y España, los obispos han denunciado que el acceso a una vivienda digna se ha convertido en una «emergencia social» para quienes viven bajo el umbral de la pobreza. En este sentido, la CEE se pregunta «¿no es esta también una forma de violencia estructural?». En nuestro país el umbral de la pobreza está situado en 956 euros mensuales, y el de la pobreza severa en 644 euros al mes.
Otras situaciones sociales que los prelados no han querido dejar de citar son las que afectan al mundo del trabajo y a los migrantes. «Las oportunidades laborales no son iguales para todos», lamentan, al mismo tiempo que constatan que «las personas migrantes afrontan enormes barreras para integrarse».
Ante este panorama, los obispos reconocen que «la desesperanza nos asalta», por ello «necesitamos reavivar la confianza en el futuro». Ahí, «el cuerpo de Cristo se nos ofrece como el único alimento capaz de traer paz ante tanta violencia».
No obstante, «no podemos quedarnos ahí parados mirando al cielo». Los obispos hablan de un «compromiso activo». En este sentido, la CEE ha compartido hasta seis propuestas «para no quedarnos en la geografía de las buenas intenciones»:
- Orar por los demás y con los demás. Buscar silencio para orar y contemplar, y si es posible, que esta oración sea en comunidad, para descubrir la presencia del Resucitado en medio de nosotros.
- Unir, como decían los Santos Padres, el sacramento del altar (la Eucaristía) con el sacramento del hermano necesitado.
- Compartir algunos testimonios de fe y algunos compromisos que hayas vivido y experimentado. Contar cómo Dios ha obrado en nuestras vidas, inspira y anima a otros. La esperanza es contagiosa cuando viene desde una experiencia viva.
- Participar en algún grupo o comunidad. Puede ser un voluntariado, un grupo de reflexión, compartir un hobby o un proyecto solidario. Salir al encuentro de otras personas es siempre enriquecedor.
- Promover espacios de reconciliación. Deseamos y anhelamos la paz, pero no puede darse si no contribuimos a ella sanando nuestras heridas, acogiendo y comprendiendo las heridas de los otros.
- Escuchar sin juzgar. Escuchar con empatía, con todos los sentidos puestos en la otra persona, puede devolver la esperanza y sacar de la invisibilidad y de la tristeza al otro.