Las huellas de Prevost en España: «Ha sido el padre de mi vida religiosa»
La última visita del Papa a nuestro país fue a Ávila, donde viajó siguiendo a santa Teresa de Jesús. «Se sentía un privilegiado por celebrar en su casa natal», asegura el carmelita que lo recibió
Es difícil resumir las innumerables veces que el Papa León XIV estuvo en España antes de ser Pontífice. Como prior general de los agustinos, visitó todas las comunidades de la orden dispersas por el territorio nacional. La última vez que estuvo en nuestro país, sin embargo, no fue realizando esta labor, sino siguiendo las huellas de santa Teresa de Jesús. El primer contacto que tuvo con Ávila, en el marco de este viaje, fue por teléfono. «Un miembro de su comitiva nos llamó para reservar Misa en la casa natal de la santa para el domingo 21 de septiembre», recuerda para Alfa y Omega el carmelita descalzo Luis Carlos Muñoz. Según explica el fraile, los domingos a esa hora la comunidad no suele admitir visitantes. Es un tiempo que tienen reservado para su propia oración comunitaria «en el coro alto de la iglesia». Pero se ve que el Espíritu Santo quiso que el que ocho meses después se iba a convertir en Papa tuviera aquella experiencia en el lugar en el que vino a este mundo la famosa reformadora del carmelo y revitalizadora de la vida religiosa. «Lo hablamos en comunidad y decidimos permitirles celebrar la Eucaristía a la hora señalada: las 08:00 horas», rememora Muñoz.
Aquel día fue el propio fraile que ahora atiende a Alfa y Omega el que se encargó de recibir al cardenal y a sus acompañantes. En total, unas 25 personas. «Llegaron puntuales. A mí me tocaban confesiones en la iglesia, así que bajé a saludarlos en nombre de la comunidad».

De aquel encuentro, el carmelita destaca dos detalles. El primero es que Prevost dijo que «la figura de santa Teresa le impactaba mucho» y que se sentía «un privilegiado por poder celebrar la Eucaristía en su casa natal». A la luz de esta revelación, Muñoz cree que «es de esperar un Papa con sensibilidad hacia la vida religiosa» y también un avance en el «proceso de renovación de la Iglesia en el que estamos embarcados» desde el anterior pontificado. En segundo lugar, el fraile recuerda cómo Prevost le hizo un comentario personal sobre el obispo de Ávila, Jesús Rico. «Fue una especie de broma sencilla, pero que me hizo entender que lo tenía perfectamente situado», lo cual es sorprendente ante la cantidad de perfiles que manejan en el Dicasterio para los Obispos para elegir candidatos al episcopado. «En la comunidad reflexionábamos a posteriori cómo la elección como Papa del prefecto de este dicasterio puede influir para bien en la relación entre la Santa Sede y las diócesis locales».
Jamón y móviles humeantes
Ocho meses después de visitar Ávila, Prevost se convirtió en León XIV y, ante ello, en la comunidad de agustinos de Málaga entonaron un tedeum en acción de gracias. Un agustino como ellos, que además los había visitado cuando era prior general de la orden, se había convertido en Pontífice. «Fue increíble. Hasta los móviles de los profesores de nuestro colegio [Los Olivos] echaban humo» con todos los mensajes de familiares y amigos. «A cualquiera que estuviera vinculado con la orden, aunque fuera mínimamente, la gente lo abordaba». De hecho, en Málaga se vivió con tanta intensidad que los días posteriores a la elección de Prevost «en las Misas en nuestra iglesia no cabía nadie», asegura el padre Justo Díaz, que ha sido el hermano de la comunidad que más relación ha tenido con el hoy Papa.
Corría el año 1997 cuando Díaz era novicio en Perú y Prevost su maestro. «Él ha sido el padre de mi vida religiosa. En aquella época teníamos un trato diario», lo que forjó una amistad tan estrecha que, de hecho, cuando el primero tomó los votos permanentes —que en los agustinos se llaman votos solemnes— el segundo estuvo presente a pesar de que tuvo que coger un avión para ello. «Así era él. Siempre fue un solícito servidor nuestro, a pesar de que se encontraba por encima de nosotros»; una forma de ser que el padre Justo cree que va a ser una de las claves de su pontificado. «Recuerdo una ocasión en la que tuvimos que salir temporalmente del país en el que nos encontrábamos por un problema con el visado. Él siempre estuvo pendiente de nosotros». Pero «su actitud no era de paternalismo, sino de acompañamiento. Él nos dejaba hacer», concluye Díaz, que vio a su maestro apenas cuatro días antes de que entrara en la Capilla Sixtina.

Pablo Pastor, arquitecto técnico de la diócesis de Málaga, antiguo alumno del Colegio Los Olivos y seglar hijo de la Orden de San Agustín, también tuvo el privilegio de visitar junto a su mujer a Prevost un mes antes de su elección. «Nos encontramos en la curia general de la orden. Le llevamos un poco de jamón ibérico y caña de lomo y lo tomamos juntos», asegura Pastor, que no sabía que el entonces cardenal tenía ascendencia española. «Quizá sea por eso que le encantó el aperitivo», bromea. Ya en serio, Pastor le comentó al futuro Papa «que los agustinos somos una gran familia y que, aunque haya diferencias, estamos bien avenidos y él me contestó: “¡Pues eso me lo voy a apuntar!”».
