Las empleadas domésticas inmigrantes, las peor paradas - Alfa y Omega

Las empleadas domésticas inmigrantes, las peor paradas

Cristina Sánchez Aguilar

La receta de recortes sociales y recortes salariales afecta a las mujeres, especialmente, de las capas sociales más bajas. Uno de los grupos más desfavorecidos con la actual situación de paro es el de las mujeres inmigrantes, porque el servicio que han venido prestando hasta el momento es «el más prescindible». Así lo constata Doris, una mujer colombiana que, desde que llegó a España hace más de una década, ha trabajado como empleada del hogar en diversas casas. «Hace dos años, iba cada día a tres casas diferentes. En unas iba a planchar, en otras a limpiar, y a cuidar del abuelo. Pero, en los últimos años, la situación ha cambiado muchísimo; con la crisis, las familias han prescindido, lo primero, de nuestra ayuda, porque se han quedado en el paro y son ellos quienes realizan las tareas del hogar». Ahora, Doris sólo trabaja para dos familias, y, cada vez, menos horas, lo que supone una disminución extrema en sus ingresos mensuales: «Cuando vine a España, yo sola, con dos de mis hijos, podía sacar adelante a mi familia de aquí y a la que dejé en Colombia —a su marido y a otros dos hijos—. Ya no puedo enviar dinero allí y, a duras penas, cuidar de los niños acá». De hecho, Doris se está planteando volver a enviar a los hijos que tiene con ella en España, a su tierra natal.

No facilita la situación la Ley del Servicio Doméstico —una de las últimas leyes puestas en marcha por el Gobierno de Zapatero—, en vigor desde el 1 de enero, que establece la integración del Régimen Especial de los empleados de hogar en el Régimen General de la Seguridad Social. «Muchos empleadores están prescindiendo de nosotras por no tramitar los papeles», señala Doris.

Aun así, diversas asociaciones de empleadas domésticas, como es el caso de SEDOAC —Servicio Doméstico Activo—, han visto en la ley una respuesta positiva a sus reivindicaciones, sobre todo en lo concerniente a la dignidad de la trabajadora: «Lo valoramos positivamente, aunque hay muchas cosas todavía en el aire», señala una de las responsables, pero, añade, «cada caso es un mundo y nunca llueve a gusto de todos».

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