La crisis fractura España - Alfa y Omega

La crisis fractura España

A través de la red de parroquias de toda España, Cáritas atendió, en 2011, a más de un millón de personas, casi tres veces más que en 2007, año del inicio de la crisis. El promedio de ingresos de los usuarios fue de 322 euros al mes, muy por debajo del umbral de la pobreza (651 euros). Dicho de otro modo: el hambre ha vuelto a España. Eso sí: aunque la crisis golpea a todos, no lo hace de forma equitativa, sino que se ceba con los más vulnerables. «Vivimos en una sociedad más pobre, más desigual y más injusta», advierte el Secretario General de Cáritas Española, don Sebastián Mora

Ricardo Benjumea
En las fotos: distintas imágenes de las actividades de Cáritas.

«El escenario social» es de «radical incertidumbre», advierte don Sebastián Mora, conmovido por «las situaciones desesperadas que están viviendo las familias» en España. Cuando la economía iba bien, los más pobres no lo notaron. Ahora son ellos los que más sufren los efectos de la crisis, y cada vez hay menos recursos para ayudarles a salir del pozo. Las familias y las redes informales de ayuda no dan abasto, y el acceso a los servicios públicos se ha endurecido notablemente, en los últimos tiempos. Los recortes se traducen también en nuevas trabas burocráticas que impiden el acceso a las ayudas precisamente a las personas que más lo necesitan.

Al pelotón de cola se han sumado muchos inmigrantes, no pocos en situación irregular sobrevenida, tras perder su empleo. Se añaden también los parados de larga duración (lo son casi la mitad de los parados en España, que llevan más de un año buscando trabajo), y otros sectores, como las parejas con hijos, los trabajadores con empleos precarios, o la población con menos formación. El saldo final es terrorífico: el 22 % de la población en España (casi una de cada cuatro personas) vivía ya en 2010 por debajo del umbral de la pobreza, y sin perspectivas de mejorar su situación.

Existe un serio peligro de dualización y quiebra social en España. Cáritas advierte de «la consolidación de una nueva estructura social» más injusta: aumenta el número de pobres, que, a su vez, cada vez son más pobres. La crisis pasará algún día, pero no para muchas de estas personas, que tendrán que arreglárselas como puedan. «Lo que perdamos ahora en términos de protección social será difícilmente recuperable», ha advertido don Francisco Lorenzo, coordinador del Equipo de Estudios de Cáritas que ha elaborado el VII Informe del Observatorio de la Realidad Social.

Pueblo de Dios que comparte

El diagnóstico de Cáritas no sólo está avalado por las grandes estadísticas, sino por el conocimiento directo de la situación, a través de la extensa red de parroquias, a lo largo de todo el territorio nacional. En 2011, la institución eclesial superó, por primera vez, la cifra del millón de personas atendidas, lo que ha llevado a muchas Caritas diocesanas a operar al límite de su capacidad.

Las necesidades de alimentación fueron las más demandadas, seguidas de ayudas para vivienda, empleo, vestido, calzado y gastos sanitarios. La inversión para estos servicios de acogida y atención primaria fue, el pasado año, de cerca de 33 millones de euros, más del doble que en 2007.

En este tiempo, sin embargo, se han recortado drásticamente los fondos públicos a los que accedían las instituciones sociales. Esto ha afectado a numerosos programas y proyectos de Cáritas, y si, a pesar de todo, ha sido posible responder al fuerte incremento de la demanda de ayuda, ha sido gracias al gran esfuerzo realizado por la Iglesia, según destacó don Sebastián Mora al presentar estos datos. En torno al 90 % de ingresos —dijo— procede de donantes privados, «pueblo de Dios que comparte lo que es y lo que tiene». Además, Mora agradeció especialmente la labor de «miles de voluntarios que, desde su compromiso, son palabra de esperanza de la Iglesia, y que son quienes hacen posible el trabajo de las miles de parroquias distribuidas por todo el territorio del Estado». En 2010, Cáritas contaba con 62 mil voluntarios y 4.500 agentes contratados.

En cuanto a la procedencia de la población atendida, se consolida la derivación informal desde los servicios públicos, de donde procedía, en 2011, el 67 % de los usuarios de Cáritas. En otras palabras: ante la incapacidad de dar respuesta a las demandas presentadas, el personal de estos servicios públicos aconseja a los usuarios -a título personal- dirigirse a una parroquia.

Las Cáritas diocesanas se desbordan

Una de las comunidades autónomas que más sufre las consecuencias de la crisis es Andalucía. Desde allí, Cáritas diocesana advierte que la situación es desbordante. «Somos 1.080 Cáritas parroquiales, además de los distintos centros que tenemos en todo el territorio autonómico», y, «desde 2008, se nos han duplicado las peticiones de ayuda, sobre todo económicas, provocadas en los últimos meses por motivos de desahucios o pagos de alquiler. Ahora superan las 300.000 peticiones». Así lo ha manifestado su Presidente, don Anselmo Ruiz, que alerta de que, «aunque los ciudadanos realizan cada vez más aportaciones económicas, no podemos responder a todas las situaciones». Sobre todo ahora, «que los recortes de las administraciones nos están afectando, sobre todo, en los centros de acogida, y en los centros de mayores, menores y personas sin hogar».

Concretamente, en Jaén, Cáritas diocesana ha redactado un comunicado en el que afirman que «técnicos, voluntarios y párrocos no dan abasto para ayudar a quienes solicitan alimentos, o dinero para pagar los recibos de alquiler, de luz o de agua. Estamos ante una verdadera emergencia social que genera dolor, desesperanza, sufrimiento y frustración, y que afecta también al personal de Cáritas, que no puede dar la respuesta que desearía, porque los recursos son escasos».

En Barcelona, la red de Cáritas se ha comprometido este curso, especialmente, con la pobreza infantil a través del recientemente inaugurado Proyecto Paidós. Nace con el reto de «trabajar por los más afectados de esta crisis, los niños pequeños», como explica el director de la entidad, don Jordi Roglá. «No podemos hablar de recortes y, mientras, permitir que los niños estén sentando bases para heredar la pobreza», afirma. Por eso, Paidós se dirige específicamente a los hijos de las familias con menos recursos de Barcelona. «El número de niños atendidos en los últimos años sigue creciendo. Con el proyecto, tratamos de evitar que ellos hereden la situación de sus padres», recuerda.

Y en la capital, Cáritas se une a la Misión Madrid, que se inicia este fin de semana y propone un proyecto de evangelización para responder a la llamada de Benedicto XVI a la nueva evangelización. El Delegado episcopal de Cáritas diocesana, don Pablo González, ha sido nombrado coordinador de Cáritas para la Misión Madrid: «El objetivo fundamental es que las personas conozcan a Jesucristo a través del cuidado de los pobres», dice. En Madrid, además de la falta de empleo, «hay una crisis antropológica, de falta de valores», recuerda don Pablo; «por eso, ahora tenemos la oportunidad de sembrar otra forma de vida, basada en la austeridad y en el compartir». En coordinación con otras instituciones religiosas, Cáritas, en la Misión Madrid, «va a motivar a la comunidad para recordar que la caridad es inherente a todo cristiano», concluye.

Cristina Sánchez

Además, aunque la organización insiste en que su papel no puede ni debe ser suplir al Estado, han aumentado los casos en los que, desde Cáritas, se adelanta el dinero de prestaciones públicos para contrarrestar los retrasos de las Administraciones.

Cáritas no sólo da pan

Pero no toda la ayuda que ofrece Cáritas es cuantificable. El Informe del Observatorio de la Realidad Social incluye un apartado sobre Las necesidades no económicas, para «poner de relevancia la labor que realizan muchos de nuestros agentes, principalmente voluntarios, en el acompañamiento de las personas y familias».

Número de personas acogidas en Cáritas.

En el primer lugar, aparece la escucha, ante el problema de la soledad de muchas personas. Otro gran apartado en la ayuda no económica es la mediación en situaciones conflictivas, que se multiplican con la crisis. La mayoría de esos conflictos se produce en la familia, pero los voluntarios y técnicos de Cáritas ofrecen también mediación ante problemas laborales, o entre el Banco y sus clientes, por ejemplo, para la renegociación de las condiciones de la hipoteca.

Cáritas da un gran valor a este tipo de acciones, que —dice el Informe— «nos hablan más de la calidad y calidez de la acción, que de la cuantificación». Son acciones «muy significativas y transformadoras en la trayectoria vital de las personas, de las relaciones y de la sociedad». Y son además las que mejor definen la contribución que quiere hacer la Iglesia, a través de su acción caritativa. Como destacó don Sebastián Mora, «esta demanda de escucha, de atención cordial, de cercanía y proximidad está siendo un ejemplo más de que la acción socio-caritativa quiere ir al alma de lo humano, y nos muestra una Iglesia que se hace coloquio y diálogo con el mundo desde el dolor y sufrimiento de las personas».

Distribución del gasto en ayudas económicas.
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