La ciudad-estado - Alfa y Omega

El mítico columnista de The Washington Post Neal Peirce, experto en políticas públicas urbanas, vaticinó en los 90 que las ciudades serían en los dos próximos siglos el modo principal de organización político-social, como lo habían sido en los dos siglos anteriores las naciones, y antes los imperios. Idea que luego ha sido repetida por varios políticos, como el alcalde demócrata de Denver Wellington E. Webb o, en España, el alcalde de Barcelona Pascual Maragall.

En efecto, vivimos un crecimiento sin precedentes de la urbanización y las ciudades se han convertido en los últimos decenios en un inexorable polo de atracción. La radiografía de población en España, como en la mayoría de los países, ha cambiado radicalmente y, pese a los lamentos generales por el vaciamiento de la España rural, lo cierto es que ya, prácticamente, ocho de cada diez habitantes viven en una gran ciudad. Sin entrar en las múltiples causas de este diagnóstico, sí que es preciso tener en cuenta este nuevo paradigma a la hora de legislar y de construir el modelo de ciudad como organización más efectiva. Los ayuntamientos, especialmente los de las grandes urbes, se enfrenta a problemas mayúsculos de infraestructuras, fiscalidad y financiación, vivienda, salud, seguridad o transporte, entre otros muchos que exigen una visión conjunta de los problemas.

Pretender resolverlos, como se ha escuchado, con la parece que inminente ley de vivienda, que trata del llamado alquiler asequible, y alguna otra medida de regeneración de los hogares, no es la solución. Es preciso repensar estas ciudades-estado de un modo más global y sin etiquetamientos de izquierdas o derechas. No sé si las propuestas del profesor de la Sorbona Carlos Moreno sobre el cronourbanismo y la llamada ciudad de los 15 minutos, donde los servicios habituales están a esa distancia de tu casa, es una opción válida o utópica. Lo que es incuestionable y urgente es la necesidad de reordenar el galimatías de distribución competencial entre municipios, autonomías y Estado, en lugar de hacer remiendos parciales que se apuntan a su haber uno u otro partido y que no favorecen una visión de conjunto y de futuro de la ciudad.