Es monólogo, es magia y es ilusionismo. Kamino de risas es un espectáculo que parte con la premisa de narrarnos la peripecia de un peregrino en el Camino de Santiago pero, en realidad, no tiene nada de eso. Hechas las presentaciones, nuestro monologuista, Karim, nos embarca en un viaje alrededor del mundo para que compartamos las experiencias que vive allá donde le lleva su Renault Twingo, ese mítico vehículo de los años 90 (¡Ay! Que me pongo nostálgica y me desvío del asunto…).
El comienzo del espectáculo es algo flojo. Se suceden los chistes como si de disparos de metralleta se tratara y de manera algo inconexa. Pero, a medida que transcurren los minutos, va tomando forma el relato del monologuista y vamos «entrando todos en harina». Karim es un tipo rápido, con recursos, con chispa, que interactúa con el público, repito, interactúa con el público; es decir, si no te gusta asistir a un espectáculo en el que tú puedas llegar a formar parte del mismo, quizá este no sea tu monólogo. Sin embargo es cierto que la que requiere del público es una participación sencilla, nada comprometedora y que contribuye enormemente a crear una especial atmósfera durante los restantes minutos de función.
Karim es un actor multidisciplinar formado en la escuela de ilusionismo de Juan Tamariz y experto en artes como la improvisación clown. Y digo esto porque la maletita de atrezzo que vemos sobre el escenario no está por casualidad, ya me entenderéis. La formación de Karim le permite durante el espectáculo introducir con habilidad algunos trucos de magia y otros elementos que enriquecen sustancialmente los 85 minutos de función. Mágico resulta, por ejemplo, el momento en el que las luces se apagan y suena un tango (no, no va de baile la cosa, ¿o si? Ya lo veréis).
El espectáculo va in crescendo para dejarnos con un excelente sabor de boca merced a un elemento final que inserta el monologuista y que es un deleite para los sentidos. Pero la función no es un espectáculo blanco e incluye algún que otro chascarrillo de dudosa elegancia. Gusto de aplicar a muchas cosas de la vida la premisa de Coco Chanel de menos es más de forma que, desde aquí, recomiendo encarecidamente al monologuista que se abstenga de ciertos chistes totalmente ofensivos y carentes de gracia. No es bonito jugar con realidades de raigambre tan profunda como el Camino de Santiago, su sentido y el significado que para millones de peregrinos tiene, ha tenido y tendrá esta tradición cristiana. Obviando esos contados momentos, Kamino de risas nos ofrece una entretenida hora y media con algún luminoso destello en medio de los claroscuros.
★★★☆☆
Calle de Jorge Juan, 62
Goya, Príncipe de Vergara
OBRA FINALIZADA