La indagación: Un trago amargo excelentemente servido - Alfa y Omega

Si algo tiene el teatro, al igual que la radio, y que no tiene ni el cine ni la televisión por muchos logros técnicos que puedan alcanzar para emular la realidad, es la capacidad de evocar. La imaginación es un arma supremamente poderosa que actúa, en muchas ocasiones, al margen de nuestra voluntad. Puede ser espoleada por una palabra, un olor, un sonido, una imagen… y entonces comienza, por sí sola, a unir fragmentos del pasado para crear una narración nueva. Una misma sensación puede así revivir a través del espacio y del tiempo. Un nudo en la garganta puede ser el mismo al salir del Museo del Holocausto (Yad Vashem), en Jerusalem, que al presenciar La indagación de Peter Weiss, en el Teatro del Arte.

Nueve jóvenes actores dirigidos por Charo Amador, quien también se ha ocupado de la adaptación del original, se atreven con la obra del escritor alemán. Weiss sintetizó parte de las actas del primer juicio que el gobierno alemán celebró contra 23 oficiales y trabajadores del campo de concentración de Auschwitz. Fue en Frankfurt, entre los años 1963 y 1965 y testificaron 409 supervivientes. El espectáculo que acomete Efímero Teatro consta de 8 de estos 11 cantos extraídos a partir de las 183 sesiones del juicio, 50 años después de que se iniciara y casi 70 desde que las tropas aliadas liberaran el campo.

La calificación de teatro-documento es excesivamente fría para catalogar el manuscrito. Weiss no solo documenta el juicio y lo traduce al lenguaje teatral. El autor lanza una pregunta mucho más profunda al espectador sobre los límites de la condición humana y la posibilidad de que esos acontecimientos se repitan. Así, uno de los supervivientes sentencia de forma lapidaria: «Yo salí del campo, pero el campo continúa existiendo». Además Weiss invita, a través del testimonio de los testigos que fueron víctimas de los hechos, a escudriñar el sustrato que alimentó tal ignominia.

No en vano, uno de los testigos asegura que de no haber estado en el lado de los prisioneros, ellos mismos podrían haber sido verdugos, pues nacieron y crecieron en la misma sociedad que sus perseguidores. Sin embargo, quizá esta postura olvide la especificidad propia del Holocausto: la persecución y eliminación del pueblo judío amén de otros colectivos considerados «inferiores». Resulta paradójico que el propio Weiss simpatizara con tesis marxistas y comunistas y, a partir de estas mismas y según muchos analistas, intentara construir un texto sobre el Holocausto siendo sus apriorismos unas ideologías que han auspiciado el exterminio de millones de personas. Porque, si prisioneros y captores formaban parte de la misma sociedad, ¿de dónde surgió esa maldad que convirtió a unos en holocausto y a otros en verdugos? No es algo que solucione la obra de Weiss porque el autor no indaga en las raíces antropológicas de este mal. Es más, incluso el final que plantea es un final abierto con lo que no cabe conclusión. La obra termina con el alegato de uno de los acusados que justifica su participación en tales acciones en aras a la consecución de los objetivos de guerra. No hay cura. Solo queda el dolor. Se sume así al espectador en un descorazonador sinsentido, en el abismo de la grieta que hirió a Europa, no hace tanto tiempo, y que separó a los hombres de los demonios; sin saber por qué.

Independientemente de estas consideraciones, la representación, puesta en escena, la dramaturgia de las imágenes, el lenguaje simbólico y la interpretación y entrega de los actores componen un espectáculo absolutamente redondo; ¡mi más entusiasmada enhorabuena!

«In-daga-ción» curiosamente contiene la palabra «daga». Eso precisamente lo que se clava en el pecho tras presenciar este montaje y dura en el cuerpo un tiempo, lo aseguro. El espectador no resulta indemne.

Lo único malo de la obra es que ya no puede verse. La última representación fue el domingo 27 de enero, cuando se cumplieron 68 años desde que las tropas soviéticas liberasen a los supervivientes del campo de Auschwitz. De cualquier forma, si existiese oportunidad de volver a disfrutar de este texto y, en concreto, este montaje, no hay que dejar de verlo y, entiéndase, «sufrirlo». Solo con un nudo en la garganta puede beberse este trago amargo.

La indagación, de Peter Weiss

★★★★★

Teatro:

Teatro del Arte

Dirección:

Calle San Cosme y San Damián, 3

Metro:

Lavapiés, Antón Martín

OBRA FINALIZADA