IN-Justicia Juvenil: educación frente a castigo
Misiones Salesianas lanza la campaña IN-Justicia Juvenil, en la que se cuentan los problemas de los menores en las cárceles, acusados, por ejemplo, por delitos como dormir en la calle
Más de un millón de niños, niñas y jóvenes en todo el mundo se encuentran privados de libertad, según Naciones Unidas. La mayoría no tiene antecedentes y han sido acusados por delitos leves o por delitos que en adultos no lo son, por ejemplo, dormir en la calle. Además, el 59 % de los menores internados no ha recibido sentencia a pesar de seguir presos.
Los menores que son privados de libertad ven cómo sus derechos son violados sistemáticamente. Muchos niños y niñas son tratados como delincuentes cuando en realidad lo que necesitan es apoyo y asistencia social. El envío de un menor a la cárcel o a un reformatorio debería ser uno de los últimos recursos.
Se cuenta, por ejemplo, la experiencia de Johny en Sierra Leona, cuyo delito fue dormir en la calle. «Mi vida en la cárcel de Pademba Road fue una continua tortura. Estuve en una celda con delincuentes adultos. Sólo tomaba una taza de té negro sin azúcar y un plato de arroz para comer. Los otros presos me quitaban los panecillos del desayuno y la yuca del arroz. Por la noche no podía dormir porque tenía que abanicar a los “macho boys” y si lo hacía, era en cuclillas. Por la mañana me ocupaba de limpiar la lata donde hacíamos nuestras necesidades. Pero lo peor fueron los abusos sexuales de los que fui víctima durante dos largos años. Los denuncié, pero nadie me escuchó. Era un niño de 14 años».
Otro niño, Anil, tenía 12 años cuando la policía le detuvo en la estación de autobuses. Lo llevaron a la comisaría porque estaba montando escándalo y esnifando pegamento. Los policías pidieron ayuda a la ONG salesiana BOSCO, dado que era un menor. Tenía muy mal aspecto, no sólo tenía problemas psicológicos, sino también de salud por vivir en la calle. Anil había robado, recogido chatarra y mendigado para sobrevivir. Hoy vive con su familia tras haberse rehabilitado.
Los problemas de los menores en las cárceles son: el hacinamiento y espacios insuficientes, la falta de ropa y protección contra el frío, la alimentación insuficiente y de baja calidad, las malas instalaciones sanitarias y de aseo, la dificultad de acceso a tratamientos médicos y las escasas oportunidades de formación.
¿Y qué hacen los misioneros salesianos para enfrentarse a este problema?
En Filipinas: Centro Magone en Cebú, un centro cuyo objetivo es la integración de los jóvenes a través de la formación y la capacitación para el empleo. «Es la manera de mostrarles que hay otros caminos alejados de la violencia y que hay una segunda oportunidad para todos», explican los misioneros. Desde que el Centro abrió en 2010, los misioneros salesianos han acogido a alrededor de un centenar de jóvenes, y tan sólo uno está en prisión de nuevo.
En Sierra Leona: Centro Don Bosco Fambul. Los misioneros salesianos son hoy los únicos que entran en la cárcel de Pademba, donde dan de comer a 200 presos al día, llevan agua, dan medicinas a los enfermos y ofrecen su apoyo y orientación. En el caso de los reclusos menores de edad, los misioneros tratan de seguir su proceso judicial e intentan sacarlos. «A veces, por apenas 10 euros hemos conseguido sacar a los chicos de esta pesadilla», dice el misionero Ubaldino. Una vez fuera, entran en el Centro, donde reciben asistencia y formación. Además, tratan de buscar a su familia para que el joven vuelva a casa.
En India: apoyo y sensibilización. Los misioneros salesianos trabajan en diferentes entornos penitenciarios. En Bengal y Bihar hay seis cárceles en las que se ofrece a los jóvenes la oportunidad de formarse en mecánica, electricidad, informática… También se trabaja con sus familias y sus hijos para que no sean estigmatizados. En Andhra Pradesh o Bangalore se trabaja unidos a las Oficinas de Justicia Juvenil y la Policía. En Bangalore los misioneros atienden a más de 170 menores con problemas con la justicia. También ofrecen formación y asesoramiento a la policía.
En Brasil: programas en medio abierto. En 1999, la comunidad salesiana en São Carlos (São Paulo) abrió un programa de atención a menores con problemas con la justicia. Cuentan con un equipo interdisciplinar formado por asistentes sociales, terapeutas, pedagogos, psicólogos, profesores… Orientado a chavales entre 12 y 18 años que están cumpliendo una pena en libertad asistida y que deben realizar servicios a la comunidad.
En San Salvador: trabajo con pandillas. El Polígono Industrial Don Bosco está situado en una zona marginal de San Salvador donde sobreviven 60.000 personas y que está controlada por la mara 18. En 1985 se levantó como apuesta por la educación y la formación de los jóvenes para tratar de responder al desempleo y también para ayudar a los jóvenes a rehabilitarse y dejar las drogas. Hoy, 500 jóvenes estudian y trabajan allí, la mayoría procede de las cárceles y ha pertenecido a alguna mara.