Experto en acción humanitaria: «Es muy importante que Europa se posicione sobre Gaza» - Alfa y Omega

Experto en acción humanitaria: «Es muy importante que Europa se posicione sobre Gaza»

La guerra en la Franja es muestra de la «situación dramática» en la que está la acción humanitaria, asegura Alfredo Langa. Propone metodologías aplicables en escenarios de conflicto

María Martínez López
La cocina solidaria Sokar se quedó sin comida el día 21
La cocina solidaria Sokar se quedó sin comida el día 21. Foto: EFE / EPA / Haitham Imad.

«La gente está muy desesperada», lamenta al habla con Alfa y Omega Gabriel Romanelli, el párroco de Gaza. «Siguen llegando mensajes de evacuación y los bombardeos continúan» tras una semana de amplia operación militar israelí con el objetivo —según el primer ministro, Benjamin Netanyahu— de tomar toda la Franja. Desde que Israel rompió el alto el fuego el 18 de marzo, 3.800 personas han muerto. Según las autoridades, además, una treintena de menores y ancianos han fallecido de inanición tras casi tres meses de bloqueo a la ayuda humanitaria. Otros 14.000 pequeños podrían hacerlo el próximo año. «En algunos lados no queda nada de comida. En otros, muy poco. Muchas cocinas populares han cerrado» y en el norte no hay noticias de la escasa ayuda humanitaria que Israel ha permitido entrar, asegura Romanelli. «Aquí tenemos alimentos, pero no sabemos para cuánto tiempo».

La brutalidad de esta última ofensiva ha movido el tablero internacional. El 20 de mayo la UE anunció que revisará su acuerdo de asociación con Israel; el Reino Unido suspendió las negociaciones para un tratado de libre comercio con Tel Aviv y se convocó una nueva reunión del Grupo de contacto Árabe-Islámico o Grupo de Madrid. 20 países se dieron cita el pasado domingo en la capital y pusieron sobre la mesa más sanciones contra los responsables y un embargo de armas.

Claves
  • Ante la acusación de que Hamás utiliza la ayuda, Langa pide que «el reparto lo hagan entidades con un mandato humanitario claro: agencias de la ONU y ONG reconocidas», a las que «Israel debe facilitar la entrada».
  • «La peor crisis humanitaria es la de Sudán». Una «acción sin daño» sería atender en los países vecinos tanto a los refugiados como a los locales.

«Europa se está jugando su legitimidad como defensora de los derechos humanos y de la legalidad internacional», asegura el investigador del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria Alfredo Langa. «Es muy importante que se posicione» y «se desvincule de Estados Unidos e Israel en lo que se refiere al respeto al derecho internacional humanitario». Con todo, defiende que el distanciamiento se haga solo en la relación con los Gobiernos. Por ejemplo, sería un error eliminar de forma general la cooperación entre universidades, incluida en el acuerdo UE-Israel. Langa sabe de lo que habla, pues su proyecto con Francisco Rey sobre eficacia de la acción humanitaria en conflictos armados les valió el Premio Universidad Loyola a la Investigación en Desarrollo.

Una de las claves de su propuesta es identificar a quienes unen en vez de dividir. En el caso de Gaza, sugiere identificar y colaborar con «los grupos que quieren convivir, palestinos e israelíes». Aunque su labor no sea humanitaria pueden implicarse en ella, o aportar por otras vías. También plantea «crear iniciativas que asistan a las víctimas de unos y otros». Las instituciones educativas pueden jugar un papel similar. Cortar estos vínculos eliminaría «las posibilidades de tender puentes con universidades israelíes que quieran trabajar con otras palestinas». Con todo, Langa recuerda que esto no basta para solucionar el problema. «La solución es política». E implica afrontar que «hay una ocupación de un territorio», una «violación del derecho internacional humanitario» e, incluso, «limpieza étnica». Y, por el otro lado, una organización, Hamás, que comete actos terroristas.

De lo humanitario a la paz

De forma más general, la propuesta de Langa y Rey para la acción humanitaria en conflictos busca ir más allá de esta forma de intervención —que «no pretende un cambio social, sino salvar vidas»—, de forma que sirva para la construcción de paz «intentando vincular los proyectos» a actividades orientadas al desarrollo, que sí apunta a transformaciones estructurales. Lo hace apostando por una «metodología sensible al conflicto», que entienda el contexto en el que se trabaja y tenga en cuenta que, incluso con buena voluntad, «se puede provocar un daño».

Esta apuesta contrasta con la «situación dramática» que, alerta, vive la acción humanitaria. Se refiere, por ejemplo, a cómo «los Estados usurpan el papel de los actores humanitarios clásicos» e incluso pretenden «manipularla para sus intereses». «Putin lo está haciendo mucho en su zona de influencia». Volviendo a la Franja, este riesgo está de actualidad por la dimisión el pasado lunes de Jake Wood, director ejecutivo de la organización Gaza Humanitarian Foundation, puesta en marcha a principios de mes con apoyo de Estados Unidos e Israel para controlar el reparto de ayuda. Wood, militar estadounidense, ha alegado dudas sobre la imparcialidad de la iniciativa, duramente criticada por entidades humanitarias y por la ONU por no ser neutral ni independiente y por obligar a la población a recorrer largas distancias y a consentir que se recojan sus datos biométricos para obtener comida.

Otro problema para la acción humanitaria, que hace que el proyecto de Langa sea difícil de aplicar, es que «las organizaciones cada vez tienen menos capacidad» para actuar «porque se les está cortando la financiación». Alude a la congelación de fondos y a los intentos de la Administración Trump de disolver su agencia de desarrollo, USAID. «La OMS también está aplicando recortes tremendos porque se han retirado varios países». Con menos dinero, «cada vez se va a hacer más asistencia pura y dura» y menos promoción del desarrollo y construcción de la paz; justo lo contrario de lo que defienden estos investigadores. Esto implica que «los conflictos se van a reproducir» y que «no se van a apoyar las soluciones a las crisis humanitarias».

El apoyo de León XIV

Tras escuchar las primeras palabras de León XIV como Papa pidiendo paz, «sentimos inmediatamente un estímulo para resistir», afirmó la semana pasada a medios vaticanos Gabriel Romanelli, párroco de Gaza. Recordaba que las escucharon junto a amigos ortodoxos y musulmanes y todos estaban «felices» pues saben que el nuevo Pontífice «tienen un padre». La realidad en Gaza no ha suscitado tantos movimientos del Santo Padre como la de Ucrania, pero desde ese primer día no han cesado sus llamamientos a que «finalice inmediatamente el fuego», como pidió en su primer Regina caeli; y, sobre todo «para que se deje pasar la ayuda humanitaria» y «se asista a los niños, los ancianos y los enfermos», que se ven «reducidos al hambre», en palabras durante su primera catequesis y el inicio de pontificado respectivamente.

Sin embargo, al mismo tiempo, el Papa se ha empeñado en tender una mano a los judíos. El 13 de mayo, en su primera carta, a varias sinagogas, se comprometió a «continuar y reforzar el diálogo y la cooperación». Este diálogo «es muy valioso para mí», insistió días después, en el encuentro con las delegaciones ecuménicas y de otros credos que habían participado en su inicio de pontificado. Es «necesario continuarlo con entusiasmo» incluso en estos tiempos, en los que ha habido «conflictos y malentendidos», reconoció; aunque sin señalar las críticas de Israel y las comunidades judías a su predecesor por sus palabras sobre Gaza. Asimismo, el 11 de mayo también reclamó que «se libere a todos los rehenes» que retiene Hamás; algo que en su inicio de pontificado le agradeció el presidente israelí, Isaac Herzog.