Romanelli alerta: «En Gaza la esperanza se desvanece»
El párroco de la comunidad católica de la Franja ha relatado cómo están racionando sus víveres para sobrevivir al bloqueo israelí y ya no pueden ayudar a sus vecinos
Una sola cebolla cuesta diez euros; un kilo de tomates, más de 15. Cada pañal, tres. Son los precios desbocados a los que los habitantes de Gaza tienen que comprar, si pueden permitírselos, víveres y productos básicos. «Debemos administrar con mucha prudencia los suministros que nos quedan» para no quedarse sin nada ante la falta de ayuda externa, asegura el padre Gabriel Romanelli, al frente de la parroquia católica, en entrevista con medios vaticanos.
Hasta hace 80 días, con la ayuda que les llegaba de fuera, habían podido no solo mantener a las 500 personas refugiadas en el recinto parroquial sino ayudar a miles de vecinos. Pero «desde hace casi tres meses toda ayuda, ya sea comida, agua o medicinas, está bloqueada por el Ejército israelí». El pasado lunes se permitió la entrada de cinco camiones, pero la ayuda que llevaban todavía no se había podido repartir este miércoles, ha informado el portavoz de la Secretaría General de la ONU, Stéphane Dujarric.
La comunidad logra sobrevivir porque había almacenado muchos víveres, pero «ahora ya no podemos ayudar fuera». Romanelli relata que, para usar la poca harina que les queda, tienen que tamizarla varias veces «porque está llena de gusanos». «También nos hemos quedado sin suministros de medicamentos». Fuentes médicas de la Franja han asegurado que desde el comienzo del bloqueo han muerto 326 personas por hambre o falta de medicinas y que además se han producido 300 abortos por la desnutrición.
Ocupar toda la Franja
En los últimos días, Israel ha lanzado una nueva ofensiva bélica. Esta vez, con la intención expresa de ocupar toda la Franja, aseguró el lunes el primer ministro, Benjamín Netanyahu. «No más incursiones ni operaciones de entrada y salida: ahora conquistamos, limpiamos y nos quedamos. Hasta que Hamás sea destruido», aseguró el mismo día el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, uno de los más radicales del Ejecutivo.
En la parroquia católica se han notado los bombardeos por la caída de metralla. Aunque Romanelli reconoce que ya están tan habituados que los niños siguen jugando incluso si oyen explosiones cerca.
Sin embargo, «más que la falta de alimentos, de agua potable, de medicinas, más que el peligro para nuestra seguridad, me preocupa que no se pierda la esperanza», confiesa el sacerdote. Esta virtud «se desvanece» por «la incertidumbre» de no saber qué será de la vida de 2,3 millones de personas. También porque «aquí la gente se siente considerada y tratada como objetos, no como sujetos con derechos. Objetos que se pueden mover a voluntad» con las continuas órdenes de evacuación. Los gazatíes «se sienten abandonados por todos, sienten que solo a Dios le importa su destino».
En medio del horror, cada noche a las 20:00 horas locales se tocan las campanas y suena el avemaría en memoria de Francisco. «Hay quienes, oyendo las campanas, siguen gritando “buenas noches Santo Padre”». El párroco justifica este recuerdo tan intenso porque «lo que el Papa Francisco ha hecho por nosotros es absolutamente extraordinario y no tiene precedentes en la historia».
Sin embargo, Romanelli subraya además cómo «sentimos inmediatamente un estímulo para resistir» cuando nada más ser elegido León XIV lo escucharon pedir paz. «Estábamos todos juntos, católicos y ortodoxos, y también muchos amigos musulmanes, felices». Asimismo, subraya que «toda la comunidad está orando por él» y también que los ortodoxos y musulmanes saben que «tienen un padre».