Ésta es la Iglesia del tercer milenio. India: la misión es caridad - Alfa y Omega

Ésta es la Iglesia del tercer milenio. India: la misión es caridad

Apenas hay cristianos en el norte de la India. El anuncio explícito del Evangelio sería recibido con hostilidad, pero si la Iglesia no puede hablar, nada le impide vivir y hacer realidad la Buena Noticia en la vida de la gente. En la India profunda, donde toda la vida social está regida por el sistema de castas y la mujer vale apenas la dote que esté dispuesta a pagar por ella su familia, Manos Unidas sostiene una impresionante labor con los más desfavorecidos del planeta

Ricardo Benjumea
Niñas recogidas de la calle en el albergue de la asociación DARE (Development Association for Research & Empowerment), en Varanasi.

Al fundar las Misioneras de la Caridad, en 1950, la Madre Teresa no dio sólo vida a una congregación hoy extendida por todo el mundo. La Beata estaba señalando un camino para el anuncio creíble del Evangelio, válido incluso en lugares donde el entorno no permite la proclamación explícita, como Calcuta.

La Iglesia es hoy el mayor proveedor no gubernamental de servicios sociales, educativos y sanitarios en la India. Hay más estudiantes de Secundaria en colegios católicos que en ningún otro país, a pesar de que los cristianos son aquí una pequeña minoría. Según el último censo oficial, con 25 millones de personas, los cristianos constituyen el 2,3 % de una población de unos 1.200 millones de personas. Tres cuartas partes son católicos, y se concentran en Kerala y otras zonas del sur del país. En el norte, apenas hay bautizados. En Calcuta, Varanasi o Agra la proporción es insignificante.

No hay muchos cristianos en el norte, pero sí mucha pobreza, y una Iglesia con fuerte presencia social. Desde mediados de los años 60, el Gobierno apenas concede visados a misioneros extranjeros, pero eso no ha sido un obstáculo insalvable. Hoy la India es el país con más seminaristas del mundo, 15 mil, cifra que aumentó un 40 % entre 1999 y 2007, gracias sobre todo a la pujanza de las congregaciones religiosas. En lo que respecta a religiosas, la India va camino de superar a Italia y convertirse en la primera potencia mundial. Entre 1999 y 2007, su número aumentó un 20 %, hasta los 95 mil. Y aunque aparecen síntomas de agotamiento, por el descenso de la natalidad en el sur del país, la Iglesia confía en que los territorios del norte tomen poco a poco el relevo. En Orissa y otras zonas tribales del país, ese cambio ya ha comenzado.

Buena parte de las élites indias han estudiado en colegios católicos, lo que explica las buenas relaciones de la Iglesia con los niveles más altos de la Administración. Los beneficios sirven para financiar la ayuda a los más desfavorecidos, sobre todo las mujeres. El 70 % de las escuelas y el 85 % de los centros médicos católicos se encuentran en áreas rurales pobres.

Para sostener esa labor, resulta imprescindible la cooperación extranjera, como la que presta Manos Unidas. La ONG para el Desarrollo de la Iglesia en España ha intensificado su presencia en el norte del país, especialmente en Uttar Pradesh, el Estado más poblado, con 200 millones de personas, y uno de los más pobres. Acompañada de representantes de algunos medios de comunicación -entre ellos, Alfa y Omega-, la Presidenta de Manos Unidas, Soledad Suárez, ha visitado algunos de los más de 30 proyectos apoyados por la organización en este Estado en los últimos 3 años, con una inversión de 1.762.109 euros.

La presidenta de Manos Unidas, Soledad Suárez, con un grupo de mujeres en una aldea cercana a Varanasi.

14 millones de esclavos

Uttar Pradesh es la India profunda. Todo se rige por el sistema de castas, abolido en 1950, aunque, de facto, institucionalizado por el Partido del Congreso de Nehru y Ghandi, hegemónico en las últimas décadas. Perry Anderson, en The Indian Ideology, le acusa de haber instaurado un sistema confesional para perpetuar el control de las castas altas sobre todos los ámbitos de la política y de la sociedad. De hecho, en los últimos años, han aumentado fuertemente las desigualdades sociales, invirtiéndose el proceso iniciado con la independencia. 455 millones de indios viven con menos de 1,25 dólares al día. El país cuenta con impresionantes políticas sociales: en 2010, el Gobierno invirtió casi 30 mil millones de dólares en programas contra la pobreza, pero, según el Banco Mundial, el 59 % se perdió en los bolsillos de políticos y funcionarios.

Las alternativas a este sistema clientelar e ineficiente no son mejores. Narendra Modi, Gobernador del partido nacionalista hindú BJP y probable próximo Primer Ministro, es señalado como responsable del asesinato de dos mil musulmanes en 2002. En cuanto a los partidos dalit (parias o descastados) que dominan la política de Uttar Pradesh, sólo han servido para perpetuar el sistema.

Las mujeres son las grandes víctimas de este modelo de estratificación social. La inmensa mayoría de los matrimonios son concertados, y la familia de la mujer debe pagar una dote. A más dote, mejor boda. Si la suegra y el marido consideran que no han recibido lo que valía el novio, la mujer puede terminar convertida en esclava.

En India, viven casi la mitad de los 30 millones de esclavos que hay en el mundo, según el reciente informe de la organización australiana Walk Free. Gran parte son mujeres, a las que sus maridos pueden violar y explotar impunemente. El otro surtidor de esclavos son los niños de casta baja y entorno rural. Hay falsas agencias de empleo que se dedican al tráfico de niños, destinados al servicio doméstico o a los burdeles. La policía suele mirar hacia otra parte.

La gente no quiere doctrina

La labor social de la Iglesia es muy valorada en la India, pero, al mismo tiempo, su presencia cuestiona de raíz el sistema de castas, los fundamentos de la sociedad. El arzobispo de Agra, monseñor Albert D’Souza, considera que esta fuerte implicación social es una de las causas de la violencia contra los cristianos en los últimos 10 ó 15 años. La otra, el proselitismo agresivo de algunos grupos protestantes.

La violencia es atribuida a grupos ultranacionalistas hindúes, muy activos en el norte. «Pero la gente común es muy tolerante», añade el arzobispo de Agra. En Navidad, las iglesias se llenan de hindúes.

Ésa es también la experiencia del padre Mahendra Paul, Superior General de la Indian Missionary Society, congregación íntegramente india, con sede en Varanasi, la ciudad sagrada del hinduismo. Cada dos domingos, acuden unas 5 mil personas, la mayoría hindúes, a un santuario de la congregación. En Semana Santa, la cifra llega a los 15 mil, muchos de los cuales entregan a los religiosos la comida que no han consumido, para que la repartan entre los pobres.

No es que se hayan convertido al cristianismo. Son politeístas, y consideran a Cristo un dios más, explica el padre Mahendra. Pero «Jesús es muy diferente a la idea hinduista de divinidad. Esa idea de que Dios es amor, de entrega a los más pobres, sin distinción, llama mucho la atención. Nunca verás a una ONG musulmana trabajando para una comunidad hindú».

Los misioneros del IMS, la gran mayoría provenientes del sur de la India, no anuncian el Evangelio con palabras. «Causaría rechazo. Y la gente está cansada de doctrina. Necesitan acción, ver cómo podemos traer cambios a sus vidas. Evangelio significa buena noticia, y eso es lo que venimos nosotros a traerles a sus vidas».

Soledad Suárez se queda con esa misma conclusión. «Los cristianos son muy pocos, pero en lugar de rendirse, han comprendido que se puede evangelizar con la caridad. La gente se termina preguntando: ¿Por qué estás aquí, por qué me cuidas así…? No preguntan qué religión tienen las personas que encuentran con necesidad. Para mí -añade-, ha sido todo un orgullo, como católica, ver cómo trabajan aquí los misioneros».

Dar vida

Como sacerdote religioso y misionero en este vasto entorno no cristiano, estoy convencido de que mi vocación es dar vida a los pobres y a los marginados.

Eso es lo que significa para mí la encarnación de Dios: dar vida, vida en abundancia. Jesús cura a los enfermos y a los que sufren, devuelve la vista a los ciegos, da de comer a los hambrientos, perdona a los pecadores, da la vida por todos nosotros en la cruz… Soy feliz de poder ser un instrumento Suyo, para que Él siga dando vida a los más pobres. Durante los últimos 25 años, mi misión como sacerdote se ha desarrollado entre los marginados, dando vida a miles de hombres y mujeres. Desde hace dos años, intento dar un poco más de vida a los niños pobres y marginados de la estación de Varanasi. Soy feliz de poder introducir un poco de alegría en la vida de algunos niños, gracias a la colaboración de muchas personas.

Padre Abhi [Enmanuel George]

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