«Es una bomba»: Un historiador sobre el problema del turismo en Venecia del que alertó el Papa

«Es una bomba»: Un historiador sobre el problema del turismo en Venecia del que alertó el Papa

«Venecia se está convirtiendo en una especie de Disneyland para turistas, un desierto de segundas casas para ricos que pasan allí una media de dos días y medio al año», denuncia Salvatore Settis

Victoria Isabel Cardiel C.
Turistas en el puente Suspiros en Venecia
Turistas en el puente Suspiros en Venecia. Foto: Reuters / Manuel Silvestri.

Los datos demográficos de Venecia de los últimos años son dramáticos. En 1971 había censadas 108.426 personas en la ciudad de los canales. Tres décadas más tarde, 65.695. El último informe, que data del 30 junio de 2023, contabiliza 28.185 venecianos. Venecia no sufría una caída demográfica tan vertiginosa como la que se está produciendo hoy desde hacía seis siglos, cuando la epidemia de peste mató a miles de personas.

«La belleza salvará el mundo», sentenció el escritor ruso Fiodor Dostoyevski en su novela El idiota; pero mientras Venecia continúa siendo una de las ciudades más bellas del mundo, sus habitantes se están convirtiendo en una especie en extinción. Eso sí, los turistas llegados de todo el mundo aumentan cada año. En concreto, ocho millones de visitantes se arrastran en masa por las calles de Venecia todos los años, según las últimas referencias recogidas por el organismo de Turismo de la provincia de Venecia. La mayoría permanecerán en la sublime ciudad italiana poco más de dos días.

El profesor Salvatore Settis, arqueólogo e historiador del arte, conocido por combatir a favor de la tutela de las ciudades con más patrimonio en Italia, afirma que «esta devastadora proporción provoca una bomba en la economía y en la demografía».

«Venecia se está convirtiendo en una especie de Disneyland para turistas, un desierto de segundas casas para ricos que pasan en Venecia una media de dos días y medio al año», denuncia Settis en una entrevista. El Papa se hizo eco de esta problemática en su visita de este domingo a la ciudad de los canales, en lo que fue su primer desplazamiento fuera de Roma en siete meses. Lo hizo tras visitar el pabellón de la Santa Sede situado en la cárcel de Giudecca, donde saludó una a una, a las cerca de 80 reclusas que le esperaban en esta prisión.

En la plaza de San Marcos, ante los cerca de 10.500 fieles que acudieron a la Misa, pidió que Venecia fuera «un signo de belleza accesible a todos, una tierra que hace hermanos». En este sentido también denunció «la dificultad de crear un ambiente a medida del hombre a través de una adecuada gestión del turismo».

Vivir en Venecia cuesta tres veces más que en Mogliano, a 20 kilómetros de distancia. Solo se lo pueden permitir los millonarios o las personas mayores que ya son propietarias de fincas porque las han heredado. «Los jóvenes, los comerciantes, los artesanos han sido expulsados sin piedad y, en cambio, se admite que gigantescas naves de crucero con cinco mil camas puedan entrar por la laguna, delante de la plaza de San Marcos, contaminando las aguas y perturbando profundamente el equilibrio visual del centro histórico», lamenta el profesor.

El 75 % de los turistas de Venecia solo se quedan un día, provocando que se hagan visitas presurosas en la que lo más importante son la cantidad de fotos recuerdo y no los momentos vividos. Los venecianos apenas pueden entrar en el transporte público; el coste de la recogida de basuras aumenta, y también el coste de la vida. Y las leyes en lo referente a la compra de una vivienda han favorecido que se convierta la propiedad residencial en alojamiento para turistas, lo que ha hecho que la escasez de vivienda sea extrema. De hecho, el número de hoteles y hostales se ha multiplicado por siete desde 1999.

La bárbara maquinaria del turismo ha incorporado últimamente el comercio de las bodas. Solo en 2021 hubo más de 1.000. En un intento por frenar el turismo masificado, el Ayuntamiento de la ciudad ha establecido una tasa de acceso de cinco euros para entrar a la ciudad. Una medida que, de momento, no está dando los resultados esperados y que ha soliviantado también a algunos vecinos que consideran que la tasa de acceso no respeta la libre circulación de personas. Según datos del consistorio, de los 113.000 visitantes que registró este jueves la ciudad, solo 15.700 pagaron la cuota de cinco euros.