España necesita un impulso
El cardenal Rouco, ante la Visita del Papa a España, ha concedido a COPE la siguiente entrevista, realizada por el sacerdote don Javier Alonso Sandoica:
La semana entrante va a ser una semana de gracia para nuestro país, con la venida del Papa Benedicto XVI…
Sí. El sábado vendrá a Santiago, visitará la catedral, hará el rito habitual de los peregrinos, que incluye el gesto popular del abrazo al Apóstol y ese rito de acción de gracias que es el botafumeiro, y saludará a todos los españoles, y a cuantos estemos allí presentes en la catedral; luego será la Misa en la plaza del Obradoiro; finalmente, partirá en el avión a Barcelona, para llegar a la noche. Y al día siguiente, esa gran celebración de la dedicación de la basílica de la Sagrada Familia; después, el almuerzo con los obispos españoles, y la visita a esa residencia que acoge, entre otros necesitados, a madres con dificultades para poder serlo; luego, ya, la vuelta a Roma. Es un viaje corto de tiempo, pero muy intenso de actos y, sobre todo, de significado, para España en general: el Papa viene a visitar a la Iglesia en España, a toda la sociedad española, sus instituciones, no sólo las de la Iglesia, en general a todos. Viene como sucesor de Pedro, como Vicario de Cristo. Viene a ejercer el ministerio de la Palabra, y lo hará con toda esa claridad de proposición de Cristo salvador del hombre, que le es tan propia, teniendo muy en cuenta las necesidades nuestras, las de una España que fue católica, que fue cuna y fuente de misioneros y de santos como en pocos otros sitios lo ha vivido la Iglesia: su misión, su vocación para la santidad; y una España que sufre la crisis que produce esa cultura secularista y relativista que todos conocemos, de la que el Papa ha hablado siempre también. Pues esa España necesita que, al lado de la tumba de Santiago, recordando los orígenes de la gracia de la fe y del conocimiento de Cristo, vuelva a recibir un gran impulso, después del Año Santo, y teniendo ya muy en el horizonte la Jornada Mundial de la Juventud, ese gran testimonio: Arraigados en Cristo, edificados en Cristo, permaneced firmes en la fe. Y luego, Barcelona, que ya el templo y su advocación da el tema casi sin quererlo. Me figuro que el Santo Padre hablará del matrimonio y de la familia; nos hablará también de lo que supone el matrimonio y la familia para la configuración de la sociedad con humanidad, con profundo sentido de que las relaciones sociales, empezando por la económicas, siguiendo por las sociales en general, y luego por las culturales y las espirituales, tienen futuro cuando tiende a ser como una gran familia. Hace unos años, en su Mensaje para el Día de la Paz, Benedicto XVI habló de que teníamos que caminar hacia una Humanidad, no ya sólo a un país, como España, sino a toda la Humanidad, como una gran familia. Eso, creo yo que también nos lo dirá. Tenemos, sí, que ser una familia en España, naciendo del corazón de la Iglesia.
O sea, que tendremos que estar atentos a esos mensajes que, de seguro, el Santo Padre nos va a lanzar…
Evidente, evidente.
Y luego, como la semana que viene vamos a estar con todos los directos, programas especiales dedicados a la presencia del Pontífice en nuestro país, no vamos a poder tener el informativo diocesano, y dentro de muy poco tiempo ya celebramos la fiesta de la Almudena…
Al día siguiente de la visita a Barcelona, el lunes, después de volar el Papa a Roma, tendremos que volar nosotros a Madrid, para, la tarde del lunes, celebrar la gran Vigilia de los jóvenes, en vísperas de la fiesta de nuestra Patrona, que este año, además, tendrá la peculiaridad de que vamos a estrenar el himno de la Jornada Mundial de la Juventud, dentro de la gran celebración de la Vigilia, y nos preparamos, como dice el lema, con María, firmes en la fe. Nosotros nos preparamos para responder a esa llamada que hemos recibido para la organización de la Jornada Mundial de la Juventud, en la que, con toda seguridad, el Santo Padre nos va a reavivar, y renovar, y reforzar, y nosotros tenemos que contestar, con María, firmes en la fe. Y esperamos que la celebración de la Eucaristía, en la Plaza Mayor, y luego la procesión por la calles de Madrid, entre la Plaza Mayor y la Almudena, sea un testimonio también de fe de los madrileños, y de amor a la Virgen; y también de plegaria y de oración a ella, para que nos asista en este año, y nos enjugue las lágrimas de tantos madrileños que sufren, con esos sufrimientos que acompañan a la vida, que son la enfermedad, etc., pero también que sufren en el alma, se han apartado de Dios, se han apartado de Cristo, no saben qué hacer en la vida: eso les ocurre a muchos jóvenes; y luego los madrileños que sufren las consecuencias del paro, los jóvenes que no encuentran trabajo, que tampoco encuentran mucha orientación para sus vidas; y las familias rotas; en fin, todo ese mundo del dolor de Madrid tenemos que confiárselo al corazón de la Virgen para que nos ayude a superarlo, y eso sí, firmes en la fe, y firmes en la esperanza, y con una actitud de caridad. Acabo de visitar el arciprestazgo del Sagrado Corazón de Jesús, en el barrio de Prosperidad, y al final de la visita, me decían de una de las parroquias que, hace un año escasamente, tenían 240 familias a su cargo: ahora, en este año, son más de 640, es decir, se ha triplicado el número de las familias a las que tenemos que atender. Es todo un síntoma de hasta dónde llega la caridad cristiana cuando se ve retada por unas situaciones de pobreza y de angustia familiar, etc., como nos pasa ahora a nosotros.