Entregado en manos de los hombres - Alfa y Omega

Entregado en manos de los hombres

Sábado 25ª semana del tiempo ordinario / Lucas 9, 43b-45

Carlos Pérez Laporta
El beso de Judas. James Tissot. Museo de Brooklyn, Nueva York.

Evangelio: Lucas 9, 43b-45

En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:

«Meteos bien en los oídos estas palabras: al Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres».

Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no captaban el sentido.

Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

Comentario

Ante el poder de Jesús reina «la admiración general por lo que hacía». Hay euforia, emoción y alegría, porque hay poder en Jesús. Sin embargo, Jesús ve en ello un mal signo, una incomprensión: «Meteos bien en los oídos estas palabras: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres». Metedlo en los oídos, que os resuene sin cesar. Cada vez que os admiréis, cada vez que os alegréis quiero que tengáis esta mosca detrás de la oreja: que Cristo muere, que pierde la batalla de la fuerza, que su poder será la impotencia de una cruz.

¿Por qué es tan aguafiestas? ¿Por qué quiere deshinchar la euforia de aquellos que le aúpan? ¿Acaso hemos de impedir la alegría a la espera de que siempre todo vaya a mal? No, Jesús no solicita nuestra tristeza; sino que quiere que en toda alegría lata su cruz. Las alegrías solo son verdaderas cuando se dejan cribar por la cruz. Toda alegría y todo bien son verdaderos solo si resisten al tiempo y sus límites. “Algo hermoso es una dicha para siempre”, dijo el poeta Keats. Si Jesús hace palpitar la cruz en medio de las alegrías es para que las alegrías lleguen a atravesar los dolores en medio de nuestras cruces, para que nuestras alegrías sean capaces de atravesar la muerte.