El santo republicano que no quiso ser liberado por los nacionales
Los restos de Ismael de Tomelloso son trasladado del cementerio a su parroquia «para que avance su causa» de canonización
El pasado jueves, el cementerio de Tomelloso, en Ciudad Real, fue testigo de un acto singular: el Tribunal eclesiástico de la diócesis manchega llevó a cabo la exhumación de los restos mortales de Ismael Molinero Novillo, conocido como Ismael de Tomelloso, cuyas virtudes heroicas reconoció el Santo Padre hace algo menos de un año, para trasladarlos a la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora, en Tomelloso.
«Como ya ha sido reconocido venerable, se ha decidido sacar sus restos del panteón donde descansaban para llevarlos a su parroquia, y facilitar que la gente vaya allí a rezarle y ver, si por esa oración, tiene lugar un milagro que permita que sea reconocido como beato». Lo explica Miguel Ángel Jiménez, delegado diocesano de Medios de Comunicación Social de la diócesis de Ciudad Real.
El propósito es así «que avance la causa» de un joven al que «en Tomelloso se le quiere muchísimo, como en toda la diócesis», añade. Jiménez destaca de él «su sencillez, su alegría y su servicio a los demás», virtudes que desplegó también cuando fue hecho prisionero durante la Guerra Civil.
Ismael de Tomelloso (1917) fue un joven alegre, simpático y divertido, que tocaba la guitarra, el laúd y la bandurria con las pandillas de su pueblo. Movilizado el 18 de septiembre de 1937 por el ejército republicano, fue enviado al frente en Teruel, donde cayó prisionero del bando nacional. En el campo de prisioneros de Santa Eulalia del Campo «comenzó el misterioso sacrificio de su silencio», señala la diócesis manchega en su perfil biográfico porque, pudiendo haber sido liberado como miembro de Acción Católica, no lo quiso revelar a sus captores. Ello le acarreó «toda clase de sufrimientos» hasta que, viéndose próximo a la muerte, rompió su silencio para pedir la Confesión y la Comunión, declarando incluso al capellán de la prisión su vocación de sacerdote. Así, fue en marzo de 1938 cuando Ismael comulgó por primera vez en dos años.
A pesar de que el sacerdote pidió a Ismael que manifestara a los mandos del bando nacional su fe religiosa con objeto de ser atendido en el hospital y librarse de la muerte, él no quiso hacerlo. Finalmente, el 5 de mayo de 1938 falleció a las diez de la noche, solo, como prisionero de guerra. Sus restos fueron enterrados entonces en el cementerio de Torrero, en Zaragoza, precisamente el lugar donde un religioso franciscano daba en aquellos años un precioso testimonio de fe y audacia en favor de los presos republicanos. Fue el 5 de mayo de 2008 cuando se abrió su proceso de beatificación, que precisa ahora de un milagro para que sea elevado a los altares.