El Papa, rotundo frente a la corrupción: Devolver lo robado y pedir perdón - Alfa y Omega

El Papa, rotundo frente a la corrupción: Devolver lo robado y pedir perdón

Durante su homilía en Santa Marta, y refiriéndose a la Primera Lectura, centrada en el asesinato de Nabot, el Papa Francisco ha recordado que el corrupto irrita a Dios y hace pecar a su pueblo. La solución: arrepentirse

Redacción

No es la primera vez que el Papa se refiere a la corrupción, y, como las anteriores, ha hablado con claridad y rotundidad. Cuando uno entra en el camino de la corrupción, ha señalado el Pontífice, «quita la vida, usurpa y se vende». Tomando como referencia la Primera Lectura, centrada en el asesinato de Nabot por voluntad del corrupto rey Acab que tomó posesión de su viña, el Papa recuerda que, cuando alguien se vende, «es como si dejase de ser una persona» y se convirtiese en mercancía: compra y vende.

«Esta es la definición: ¡Es una mercancía! ¡Qué hará el Señor con los corruptos, sea cual sea su corrupción… Ayer dijimos que había tres tipos, tres grupos: el corrupto político, el corrupto negociante y el corrupto eclesiástico. Todos hacen mal a los inocentes, a los pobres, porque ¡son los pobres los que pagan la fiesta de los corruptos! La cuenta va a su cargo. El Señor dice claramente lo que hará: Te dejaré sin descendencia, te exterminaré todo israelita varón, esclavo o libre».

«El corrupto», continúa el Papa, «irrita a Dios y hace pecar a su pueblo. Jesús lo dijo claramente: El que escandalice entre vosotros que se tire al mar. El corrupto escandaliza a la sociedad, escandaliza al pueblo de Dios. El Señor anuncia aquí el castigo para los corruptos porque escandalizan, porque se aprovechan de los que no se pueden defender, esclavizan: Te devorarán los pájaros del cielo».

Tras recordar el Papa que el corrupto se vende para hacer el mal, aunque él crea que se vende para tener más dinero o más poder, advierte del cuidado que hay que tener antes de llamar a alguien corrupto: «Cuando nosotros decimos: Este hombre, esta mujer, son corruptos… Detengámonos un poco: ¿tienes pruebas? Porque decir que una persona es corrupta, es decir: estás condenada, el Señor te expulsa».

Señala el Santo Padre que «los corruptos son traidores, pero más aún. La primera cosa es la definición de un corrupto, es uno que roba, uno que mata. La segunda cosa: ¿qué espera a los corruptos? Esta es la maldición de Dios, porque se han aprovechado de los inocentes, de los que no pueden defenderse y lo han hecho con el guante blanco, desde lejos, sin ensuciarse las manos. La tercera cosa -se pregunta el Papa- ¿hay una salida, una puerta de salida para los corruptos? ¡Sí!».

Y esa salida es, como recuerda la lectura del Libro de los Reyes, el perdón. «Cuando escuchó estas palabras Acab se rasgó las vestiduras, se vistió de sayal y ayunó. Se humilló con el sayal y caminaba con la cabeza baja. Comenzó a hacer penitencia. Esta es la puerta de salida para los corruptos, para los corruptos políticos, para los corruptos negociantes y para los corruptos eclesiásticos: ¡pedir perdón!».

Al Señor le guste esto, explica el Papa. «El Señor perdona, pero perdona cuando los corruptos hacen lo que hizo Zaqueo: He robado, Señor ¡Devolveré cuatro veces lo que robé!».

«Cuando leemos en los periódicos que este es un corrupto, que aquel otro también, que ha hecho esta corruptela y que las comisiones van de un lado a otro y muchas cosas de algunos prelados, como cristianos nuestro deber es el de pedir perdón por ellos y que el Señor les dé la gracia de arrepentirse, que no mueran con el corazón corrupto».

El Jesús del templo

El pasado 9 de junio, y también en una homilía en Santa Marta, el Papa Francisco se refería a este asunto de la corrupción lamentando lo fácil que es caer en sus garras.

Señaló con el dedo a «la política cotidiana del do ut des» para la cual «todo es negocio», y recordó que esa conducta daña, sobre todo, a los más débiles. «¡Cuántas injusticias! ¡Cuánta gente que sufre por estas injusticias!».

Ya el cardenal vietnamita Francisco Javier Nguyên Van Thuân, escribió sobre la corrupción: «No sólo no se debe tolerar la corrupción, sino que es necesario prevenirla actuando a tiempo. De lo contrario se produce el desastre y todo el edificio se derrumba. (…) Cuanto más se tarda, más graves serán los daños. No se debe absolutamente nunca esconderla, si se tienen delante pruebas concretas -añadía-. Cuando Jesús vio a los comerciantes ocupar el Templo los sacó inmediatamente, no perdió tiempo presentando una apelación a los sumos sacerdotes. Actuando de esta manera, ciertamente atrajo el odio de alguno, pero las personas de buena voluntad lo comprendían y lo admiraban».

Aleteia / Redacción