Francisco reivindica a los santos de la puerta de al lado para que el mensaje de la Iglesia se escuche mejor - Alfa y Omega

Francisco reivindica a los santos de la puerta de al lado para que el mensaje de la Iglesia se escuche mejor

«Si se multiplican los cristianos que se hacen cargo del nombre de Dios sin falsedad, el anuncio de la Iglesia será escuchado mejor y resultará más creíble», ha dicho Francisco durante la audiencia. Así, ha reivindicado a «los santos de la puerta de al lado, que son, por ejemplo, padres que dan a sus hijos el ejemplo de una vida coherente, sencilla, honesta y generosa»

José Calderero de Aldecoa

En la última audiencia antes de viajar a Dublín, el Papa ha reflexionado sobre el segundo mandamiento del decálogo —No tomarás el nombre de Dios en vano—, que es una «invitación a no ofender el nombre de Dios y a evitar usarlo inapropiadamente».

Pero más allá de esta primera connotación, «a nosotros cristianos este mandamiento nos recuerda que hemos sido bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y que debemos vivir nuestra vida cotidiana en comunión real con Dios, sin hipocresía».

En este sentido, Francisco ha asegurado que «si se multiplican los cristianos que se hacen cargo del nombre de Dios sin falsedad, el anuncio de la Iglesia será escuchado mejor y resultará más creíble».

Para ello, el Pontífice ha puesto de ejemplo a los santos, «cuyo ejemplo de vida toca el corazón de todos y hace más creíble el anuncio de la Iglesia». En los santos, ha continuado, «vemos lo que nuestro corazón desea profundamente: autenticidad, relaciones verdaderas, radicalidad». «Y esto se ve también en aquellos “santos de la puerta de al lado”, que son, por ejemplo, padres que dan a sus hijos el ejemplo de una vida coherente, sencilla, honesta y generosa».

Antes de concluir, Bergoglio ha hecho una advertencia: «¿es posible asumir el nombre de Dios de manera hipócrita, vacía, como una formalidad? La respuesta es por desgracia, positiva: “sí, es posible. Se puede vivir una falsa relación con Dios”».

El segundo mandamiento «es precisamente la invitación a una relación con Dios sin hipocresía, una relación en la que nos encomendamos a Él con todo lo que somos», ha concluido.