El padre Navarrete será creado cardenal en el Consistorio del 24 de noviembre próximo. Sólida referencia doctrinal - Alfa y Omega

El padre Navarrete será creado cardenal en el Consistorio del 24 de noviembre próximo. Sólida referencia doctrinal

Un día después de anunciar el Papa su nombramiento, el padre jesuita Urbano Navarrete, rector emérito de la Pontificia Universidad Gregoriana, presentó en Madrid su compendio Derecho Matrimonial Canónico: evolución a la luz del Concilio Vaticano II. «Me han fastidiado la vejez», bromea este sacerdote de 87 años, que, por edad, no será cardenal elector, pero que ve reconocida su contribución a la renovación del Derecho Canónico matrimonial. En los años posteriores al concilio —le dijo el cardenal Rouco—, «usted nos ayudó a los canonistas a mantener la cabeza en el rumbo de la Iglesia»

Ricardo Benjumea
Un momento de la presentación del libro. De izquierda a derecha: don Pablo Domínguez, decano de la Facultad de Teología San Dámaso; monseñor De Paolis, secretario del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica; el padre Urbano Navarrete; el cardenal Rouco; monseñor Francesco Coccopalmerio, presidente del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos, y monseñor Stankiewicz, decano del Tribunal de la Rota Romana
Un momento de la presentación del libro. De izquierda a derecha: don Pablo Domínguez, decano de la Facultad de Teología San Dámaso; monseñor De Paolis, secretario del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica; el padre Urbano Navarrete; el cardenal Rouco; monseñor Francesco Coccopalmerio, presidente del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos, y monseñor Stankiewicz, decano del Tribunal de la Rota Romana.

Acudió a la Santa Sede a despachar algunos asuntos; sobre todo —pensaba—, para hablar de algunos puntos sobre un artículo que había escrito. Al final de la conversación, le dijeron que el Papa anunciaría, al día siguiente, que le crearía cardenal. Su reacción fue de sorpresa. Un día después del anuncio, el padre Navarrete, como estaba previsto, vino a Madrid a participar en un acto académico, que inevitablemente se convirtió en un homenaje a su persona y en un acto de agradecimiento al Santo Padre por este nombramiento. «Me han fastidiado la vejez», bromeó. «Ahora tendré que aprender a ser cardenal, porque no tengo ni idea».

Este nombramiento ha servido también para que el gran público conozca a una figura que ha sido de enorme importancia en la Iglesia del concilio y del post concilio. Prueba de esa relevancia es que, al acto de presentación de la recopilación de sus principales escritos, asistieron representantes de los 3 dicasterios de la Curia romana responsables de la interpretación y aplicación del Derecho en la Iglesia: monseñor Francesco Coccopalmerio, presidente del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos; monseñor Velasio de Paolis, secretario del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica; y monseñor Antoni Stankiewicz, decano del Tribunal de la Rota Romana.

Renovación del Derecho

El padre Navarrete llegó a la Pontificia Universidad Gregoriana, de Roma, en 1958, año de la muerte de Pío XII. Poco después, recibió un encargo del nuevo Papa, Juan XXIII, que anunció un concilio y la renovación del Derecho Canónico. «Mi trabajo principal desde ese momento —explica a Alfa y Omega— fue primero detectar los puntos débiles en que era necesario poner atención y estudiarlos a fondo», para encontrar las mejores soluciones. Entre otras cosas, era preciso «aligerar la parte burocrática», aunque de ningún modo —aclara— se trataba de modificar la doctrina. En el terreno del Derecho Canónico, sucedía algo muy similar que en el teológico. «Cosas nuevas, el Concilio no trajo —dice el padre Navarrete—. Se trataba de encontrar un lenguaje nuevo, más adaptado al mundo actual».

Algunas «interpretaciones unilaterales» de ciertos textos del concilio llevaron, sin embargo, a una devaluación general del Derecho Canónico. En la cuestión del matrimonio, «algunos asuntos fueron tratados de forma muy ligera». El subjetivismo marca la tónica. «Se puso el acento exclusivamente en el amor conyugal», y se olvidaron los elementos objetivos del matrimonio. «Y si esto sucedía entre los canonistas, no digamos en la prensa». Es en este punto donde comienza el trabajo más conocido del padre Navarrete, uno de los responsables de que, ya a partir de 1970, el Derecho Canónico conociera más de una década de fecundidad doctrinal con pocos precedentes. El cardenal Rouco, durante la presentación del libro, en el Aula Magna del Seminario de Madrid, le calificó de Maestro de canonistas. En los años 60, 70 y 80 —dijo—, «usted nos ayudó a los canonistas a no perder la cabeza y a mantenerla en el rumbo de la Iglesia».

Maestro de canonistas

Don Roberto Serres, director del nuevo Instituto de Derecho Canónico, de la Facultad San Dámaso, de Madrid, es discípulo del padre Navarrete, y se ha encargado de preparar la edición de su obra, con la selección de textos, que acaba de publicar la Biblioteca de Autores Cristianos

El padre Urbano Navarrete, natural de Camarena de la Sierra (Teruel), se ha visto distinguido la semana pasada con la dignidad cardenalicia, como reconocimiento del Papa a su trabajo particularmente meritorio al servicio de la Iglesia. Este trabajo ha consistido en su dedicación al Derecho Canónico Matrimonial, como profesor de enorme prestigio en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, y como consultor apreciadísimo de los Dicasterios de la Curia romana, que lo ha convertido en el mayor experto del Derecho Canónico Matrimonial y punto de referencia de todos los estudiosos de la materia. Desempeñó un papel decisivo en la elaboración de los dos Códigos de la Iglesia católica, el Código de Derecho Canónico y el Código de Cánones de las Iglesias Orientales, donde las cuestiones más importantes en materia matrimonial llevan la impronta de su aportación. Pero no es sólo con el contenido de sus aportaciones como el padre Navarrete ha prestado un servicio inestimable a la Iglesia y se ha convertido en maestro de canonistas, sino también con el modo de acercarse a las distintas cuestiones: con rigor histórico, equilibrio, fidelidad a la Iglesia y verdadero celo pastoral. Todos los que lo conocemos hemos visto en él un sacerdote jesuita amante de la Iglesia y siempre fiel y dispuesto al servicio, un profesor de Derecho Canónico de fama internacional, un escritor fecundo, claro y profundo, un formador y educador, capaz de entrar en relación sencilla, sincera y cordial con todos, un pastor y un padre siempre atento a las necesidades de los demás, sobre todo en el campo del Derecho Canónico Matrimonial.

Roberto Serres