Manos Unidas: «El mayor problema en Gaza es la falta de esperanza»
La entidad denuncia la violencia en la zona mientras incrementa su presencia en Cisjordania
«En Gaza es imposible entrar o salir, pero en cuanto podamos nos gustaría poder ayudar en todo lo posible», asegura África Marcitllach, coordinadora de Oriente Medio de Manos Unidas, que ofrece desde la perspectiva de sus socios locales un avance de la situación en esta zona caliente del mundo.
La zona «ha estado 60 días sin que pudieran entrar alimentos, medicinas ni nada. Imposible». Por eso, aunque la situación «está muy mal», el mayor problema «es la falta de esperanza», porque sin ella «es muy difícil trabajar y ponerse en marcha». En este sentido, la parroquia de Gaza y el Patriarcado Latino «están haciendo un gran trabajo, pero cada vez es más complicado».
Manos Unidas ejerce su labor sobre todo en Cisjordania, «desde donde nos transmiten que el mayor problema que tienen es la movilidad». Belén está a menos de diez kilómetros de Jerusalén, «pero los palestinos tardan varias horas en entrar y salir, porque han cortado caminos y carreteras». Además, en toda la región sufren la violencia no solo del Ejército israelí, sino también la de los colonos, «que es muy desmoralizante y está generando muchos incidentes desagradables».
La situación en Cisjordania es mejor que en Gaza, «pero se puede ir trabajando». Así la ONG de la Iglesia católica coordina varios proyectos, centrados sobre todo en la mujer. «Tenemos una clínica móvil que cuatro días a la semana recorre el desierto de Judea, visitando en asentamientos de beduinos a mujeres embarazadas, recién paridas y bebés menores de cinco años».
También en el desierto de Judea, junto con las combonianas, apoyan la labor de cinco guarderías en las que además se refuerza a las madres. «Damos apoyo psicosocial y enseñamos bordado tradicional palestino y otras labores, para que vean que pueden generar ingresos», afirma Marcitllach. «Eso es muchísimo para unas mujeres que solo salen de su poblado para casarse y nada más», añade. Junto a ello, desde la guerra también admiten a niños mayores, para darles refuerzo escolar, «porque las escuelas, si abren, lo hacen de manera intermitente», lamenta.
Otra necesidad que se ha acrecentado con la guerra tiene que ver con el problema del agua. «Israel tiene la llave de paso en toda la zona, por lo que hay viviendas que pueden estar varios días sin agua», cuenta. Por eso, «facilitamos tanques para su almacenamiento 60 familias vulnerables en Belén y a otras 100 en Hebrón, normalmente depósitos que gestionan las mujeres».