El gallego que evangelizó a los aborígenes - Alfa y Omega

El gallego que evangelizó a los aborígenes

Se presenta en Roma la biografía de Rosendo Salvado, un misionero de Tui considerado uno de los grandes evangelizadores de Australia

José Antonio Méndez
Dos imágenes de Rosendo Salvado, en 1865 en Roma, y en 1946, al llegar a Australia

Cuando en el verano de 2011 un buen número de jóvenes australianos pedían visitar la diócesis de Tui-Vigo en los días previos a la JMJ que iba a tener lugar en Madrid, no fueron pocos los gallegos que se sorprendieron ante tan singular petición. El motivo de su preferencia es que aquellos peregrinos australianos querían conocer la tierra natal del misionero al que, de algún modo, ellos debían la fe, y cuya figura es conocida en toda Australia: el benedictino Rosendo Salvado.

Ahora, para dar a conocer en Europa la figura de este religioso gallego, acaba de presentarse en Roma la versión italiana de la biografía Rosendo Salvado, un misionero entre los aborígenes australianos (Alianza), del español Jesús Ángel Barreda –editor de las obras completas de fray Bartolomé de las Casas– y Carla Orlandi, experta en la cultura aborigen australiana.

La historia de Rosendo Salvado está ligada a la evangelización de Oceanía. Nacido en Tui en 1814, ingresó con 15 años en el seminario benedictino de Santiago de Compostela. Tras ser enviado a un monasterio de Asturias, en 1835 fue exclaustrado a causa de la desamortización de Mendizábal y, de no ser por su tenacidad –tuvo que viajar a Nápoles–, no habría recibido la ordenación sacerdotal, y hoy la historia de millones de personas en las antípodas geográficas de su Galicia natal sería bien distinta.

El introductor del eucalipto

En Italia pidió ser enviado como misionero, y en 1845 recibió por destino Australia. Allí se estableció a orillas del río Moore, donde fundó la abadía de Nueva Nursia, así bautizada en honor a la ciudad italiana cuna de san Benito. Gracias a su labor, Nueva Nursia se convirtió en un centro misionero y lugar de acogida, formación espiritual y educación, especialmente volcado en la atención de los nativos. Salvado rechazó la posibilidad de ser obispo en España (aunque al final fue nombrado obispo de la misión que él mismo fundó), para poder dedicarse a la evangelización y a la defensa de los derechos de los aborígenes. Curiosamente, en uno de los pocos viajes que pudo hacer de nuevo a Tui, introdujo por primera vez la planta del eucalipto, hoy extendida en toda Galicia.