El fracaso escolar..., no es sólo escolar
Casi 3 de cada 10 alumnos en España no terminan sus estudios básicos, uno de los grandes lastres de nuestro sistema educativo. Con el fin de analizar las causas y los posibles remedios de esta situación, la Fundación Educatio Servanda celebró, en el colegio Juan Pablo II, de Alcorcón, su IV Congreso de Maestros Católicos
«Educar es cooperar con el alumno para que crezca en plenitud». Don José Manuel Domínguez, profesor de Antropología y Filosofía, explicaba así la finalidad de la enseñanza, durante el IV Congreso de Maestros católicos que la Fundación Educatio Servanda celebró, hace unas semanas, en el colegio Juan Pablo II, de Alcorcón. Un Congreso que tenía por objeto analizar las causas y las soluciones del fracaso escolar que lastra a nuestro sistema educativo, con el lema Fracaso ¿escolar? De la persona a su plenitud. En su análisis, don José Manuel Domínguez aclaró que, para poner en práctica un sistema educativo que palie el fracaso escolar, objetivo de las reformas educativas que está emprendiendo el Gobierno, lo primero es tener claro un modelo antropológico, una idea de qué es una persona: «La persona no es una cosa que se pueda manipular, desechar y explotar. Si no tenemos claro lo que es la persona, seremos amaestradores, habilitadores, adiestradores, expendedores de títulos, pero no maestros de personas». Y añadió un matiz que cambia por completo la forma de trabajar con los alumnos, ya en la tarea diaria del aula o con aquellos que corren el riesgo de abandonar los estudios de forma temprana: «La persona, el alumno, es objeto del amor único de Dios, por el cual cada persona es máximamente digna, valiosa, tenga o no trastorno de atención o de hiperactividad, juegue bien o no al fútbol, se le den bien o no las matemáticas».
Las causas profundas
El fracaso en los estudios suele esconder una problemática personal y familiar, a veces no diagnosticada. Como explicó la psiquiatra doña María Inés López Ibor, el fracaso escolar puede proceder «del consumo de alcohol o drogas, de antecedentes familiares o genéticos, incluso de una enfermedad». Sin embargo, no todos los alumnos tildados de enfermos lo son: «A veces, sí hay trastornos que diagnosticar, pero, sobre todo, lo que hay es un gran estigma: Este niño es un fracasado. Eso es para toda la vida y afecta a muchas áreas: al rendimiento, a no poder estudiar, etc. Es un círculo vicioso que les aísla, su desventaja es mayor, su incapacidad aumenta y baja su autoestima…».
Además de los trastornos y de las enfermedades, es la desestructuración familiar la que suele dar origen a los problemas en el estudio: «La escuela que forma a las personas es la familia. En la familia es donde se custodia la vida desde el amor. Custodiarla significa educarla como persona. Custodiar el corazón», dijo monseñor Juan Antonio Reig Pla, obispo de Alcalá de Henares.
Uno de los defectos de nuestro sistema es que, en demasiados colegios e institutos, la enseñanza se limita a una transmisión superficial de habilidades sólo desde el intelecto, no a educar al alumno en su conjunto, ni siquiera enseñar las materias en profundidad: «La educación tiene que ser integral. Hay que educar el cuerpo, porque no es dócil; y la inteligencia, que es afectuosa y volitiva, a través de una apertura a la realidad y a la verdad. Educar a través de las virtudes y expresar los sentimientos (y no al revés). Educar el aspecto religioso, abrirse a las esperanzas y creencias. Buscar el camino propio y desarrollarlo con pasión», concluyó don José Manuel Domínguez.