El día que Alfa y Omega pasó con el Papa
Francisco pasó media hora con los directores del semanario y adquirió de golpe 1.800 rosarios para ayudar a Myanmar
La actual directora de Alfa y Omega, Cristina Sánchez, y su antiguo director, Rodrigo Pinedo, vivieron un encuentro muy especial con el Papa Francisco durante un viaje al Vaticano en 2022 organizado con la ayuda del entonces coordinador del Consejo de Cardenales, el purpurado hondureño Óscar Andrés Maradiaga. Durante la audiencia, de aproximadamente media hora, los periodistas llevaron consigo siete rosarios elaborados a mano por familias y orfanatos de Myanmar y que fueron enviados a Roma por el misionero franciscano Johannes Unterberger en una maleta de 25 kilos repleta de otros muchos que formaban parte del proyecto Rosary helps living (Rosarios que ayudan a vivir) y que busca sostener a través de su venta a las familias locales.
Cristina Sánchez contó al Santo Padre la historia que había detrás de cada rosario: familias empobrecidas, niños perseguidos y comunidades cristianas viviendo bajo la presión de un golpe militar. Al recordar la durísima situación de este pueblo al que el Pontífice visitó en persona en 2017, bendijo los rosarios a su alcance e hizo amago de agarrar su cartera diciendo: «Mire, si no consiguen venderlos, yo me los quedo». El Papa no solo los bendijo con afecto, sino que mostró un gesto de apoyo inmediato. A los pocos días, un funcionario vaticano se presentó a la puerta de la casa en la que se alojaba Sánchez y adquirió 1.800 rosarios para distribuirlos en los encuentros pastorales de Francisco.
Una carta personal a un buen nieto
Otra muestra de la cercanía de Francisco con Alfa y Omega la protagonizó el hijo de José Calderero, redactor del semanario. En 2022, cuando tenía siete años, le envió al Papa un dibujo, una foto y una breve carta hablándole de la especial relación que tiene con su abuelo.
A los pocos días, el pequeño recibió una respuesta personal firmada por el Papa: «Me puso muy contento saber que cada vez que te encontrás con tu abuelo disfrutás mucho de jugar con él al fútbol». Para Calderero, aquel gesto fue revelador: «Me impresionó cuando el Papa contestó una carta a mi hijo. Revela hasta qué punto se tomó en serio el Evangelio: “El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí”».