Entre rosarios y semanarios - Alfa y Omega

Entre rosarios y semanarios

Entregamos a Francisco ejemplares de Alfa y Omega. Más que reivindicar nuestro trabajo, quisimos mostrar que nos preocupamos por un mundo en el que la fraternidad se resquebraja y pedirle que nos tenga presentes

Rodrigo Pinedo

«La caridad sin tocar no es verdadera caridad». El Papa Francisco quiso reconocer con estas palabras la labor de tres voluntarios, María, Amparo y Pedro, que dan de desayunar a los más vulnerables en la madrileña iglesia de San Antón. Lo dijo convencido, mientras hacía el gesto de palpar una mano con la otra, en una audiencia privada el pasado jueves, 5 de mayo, en la residencia Santa Marta. El encuentro lo había propiciado el coordinador del Consejo de Cardenales, el purpurado hondureño Óscar Andrés Maradiaga, que acaba de publicar un libro entrevista con el claretiano Fernando Prado sobre Praedicate Evangelium. Junto a ellos pudimos estar la subdirectora de Alfa y Omega, Cristina Sánchez, y yo, en mi condición de director del semanario.

Como periodista de raza, Sánchez recogió el guante lanzado por el Sucesor de Pedro y le solicitó que tocara y bendijera seis o siete rosarios que llevaba hechos por niños en Myanmar. Le contó que su amiga Ángeles Conde, otra periodista de gran sensibilidad afincada en Roma desde hace años, tenía unos 25 kilos de estos en casa, y no tuvo reparo en preguntarle si podía mandarle una maleta para que los bendijera también. Mientras recordaba la durísima situación y a los rohinyá, el Pontífice hizo amago de ir a coger la cartera y le dijo algo así como: «Mire, si no consiguen venderlos, yo me los quedo». Quién sabe: quien siempre pide que recen por él y alienta a no olvidar nunca a los descartados quizá regale pronto a sus visitas estos rosarios de la antigua Birmania.

Él mismo conoció de primera mano el sufrimiento del país en un viaje a finales de 2017. Ahora que la situación ha empeorado, seguro que le gustaría volver. Igual que estaba deseando viajar el mes próximo al Líbano, inmerso en una profunda depresión desde la explosión en el puerto de Beirut… Pero los médicos le han aconsejado reposo para que se recupere de su lesión de rodilla y puede que incluso tenga que pasar por quirófano. No sé si sentado en su silla de ruedas, en la que ya se le ha visto estos días en varios actos públicos, Francisco ve mermada su capacidad de tocar y se siente menos él, pero sí doy fe de que impresiona –y emociona– verlo de cerca, de que mantiene la cabeza a pleno rendimiento y sus palabras sacuden la conciencia.

En la visita de cerca de media hora, Cristina Sánchez le dio tres rosas blancas –que él rápidamente asoció a santa Teresita de Lisieux– para pedir por su salud, por quienes sufren dentro de la Iglesia y por Ucrania. Y aprovechando su manifiesta preocupación por la escalada bélica, también le entregamos y enseñamos varios ejemplares de Alfa y Omega, entre los que estaba el protagonizado por el nuncio Visvaldas Kulbokas. Más que reivindicar nuestro trabajo, quisimos mostrar que tanto los miembros de esta redacción como nuestros lectores nos preocupamos por un mundo en el que la fraternidad se resquebraja. Fue una manera de pedirle que, igual que nosotros rezamos por quien hoy es Pedro, él también nos tenga presentes. Para que nunca dejemos de tocar.