El CELAM, abierta a «usar la IA para fines pastorales sin reemplazar el encuentro humano»
El episcopado latinoamericano aborda en un documento los desafíos «éticos, sociales y pastorales» de esta tecnología que también preocupan al Papa León XIV
El Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM) acaba de publicar el La Inteligencia Artificial: Una mirada pastoral desde América Latina y el Caribe, que fue presentado al Papa León la semana pasada. Precisamente, en su primer discurso a los cardenales el Pontífice abordó este tema, y señaló que «hoy la Iglesia ofrece a todos su patrimonio de doctrina social para responder a otra revolución industrial y a los desarrollos de la inteligencia artificial, que traen nuevos desafíos para la defensa de la dignidad humana, la justicia y el trabajo».
El texto del episcopado latinoamericano, elaborado por un equipo interdisciplinario de expertos de varios países, ofrece una reflexión sobre cómo esta tecnología influye, y seguirá influyendo, en la vida humana, y cómo debe ser abordada desde la fe y la responsabilidad pastoral.
«Los desafíos éticos, sociales y pastorales que plantea el avance vertiginoso de la inteligencia artificial precisan sin duda orientación y discernimiento», afirma el CELAM en una nota de prensa. Teólogos, filósofos, bioeticistas, educadores, economistas, ingenieros, comunicadores, expertos laborales y un empresario fueron convocados para ello por el CELAM, y el resultado de su trabajo destaca que destaca que, «aunque no es una tecnología nueva, la IA se ha convertido en un instrumento poderoso que toca múltiples dimensiones de la existencia humana: medicina, educación, política, cultura, comunicación y mundo laboral», señala el secretario general del CELAM, Lizardo Estrada, obispo auxiliar de Cusco.
«Entusiasmo y temor son dos formas propiamente humanas para aproximarse al tema de la IA», escribe en la presentación Estrada, por lo que este escenario exige «la respuesta desde la fe a un signo de los tiempos», de modo que pueda generar «una opinión fundada, abierta a los cambios y cuidadosa de la persona humana».
El documento se divide en cinco grandes bloques temáticos e incluye un resumen de las principales regulaciones internacionales existentes sobre inteligencia artificial. Junto a las nociones generales sobre esta tecnología entra a valorar riesgos como los sesgos algorítmicos, la manipulación de datos, la pérdida de autonomía humana y las desigualdades socioeconómicas que puede originar.
Por ello, ofrece una mirada desde la antropología cristiana y analiza el papel del ser humano como «cocreador responsable» ante el desarrollo digital, y deja claro que «la IA no puede igualar la singularidad del ser humano, creado a imagen de Dios», de ahí que critique «la ideología que busca superar límites biológicos mediante tecnología, ignorando la trascendencia espiritual».
El texto plantea asimismo recomendaciones concretas a los obispos y agentes de pastoral, como «formar en ética digital a líderes eclesiales y comunidades; usar la IA para fines pastorales sin reemplazar el encuentro humano; promover regulaciones que protejan derechos humanos y eviten abusos; investigar impactos sociales de la IA en universidades católicas; e incluir a poblaciones vulnerables en la era digital».