PEGASI Sail quiere demostrar que la inteligencia artificial puede salvar vidas - Alfa y Omega

PEGASI Sail quiere demostrar que la inteligencia artificial puede salvar vidas

El proyecto acaba de ganar los Premios Fundación MAPFRE. A través del análisis anónimo y encriptado de datos de enfermos de cáncer, acelera mucho su tratamiento

Rodrigo Moreno Quicios
Luis Santiago, a la derecha, recibe el premio de Antonio Huertas, presidente de Fundación MAPFRE. Foto: Fundación MAPFRE

«Nosotros trabajamos en acelerar el diagnóstico en el tratamiento del cáncer a través del uso inteligente de datos», cuenta a Alfa y Omega Luis Santiago, CEO de PEGASI Sail, tras ganar esta semana los Premios Fundación MAPFRE a la Innovación Social en la categoría Mejora de la Salud y Tecnología Digital (e-Health). El proyecto que ha presentado, nacido en Chile en 2019, consiste en «recopilar toda la información de un paciente con cáncer y organizarla de manera única en una plataforma» que ya ha ayudado a unos 190.000 pacientes en hospitales de toda América Latina. Su equipo la ha bautizado como PEGASO Sail porque este nombre ofrece un juego de palabras en inglés hace referencia a una «navegación a puerto seguro».

Aunque también tiene un enfoque preventivo, pues «la inteligencia artificial nos permite determinar si una persona está en riesgo de desarrollar un tipo de cáncer en particular» a la vista de algunas variables. Santiago detalla que, «una vez que encontramos un perfil de alto riesgo, lo canalizamos para que se haga un estudio». Si los resultados son preocupantes, su perfil se lleva «a un comité digital con expertos de hospitales y clínicas de todo el mundo con los que tenemos convenios, discuten el caso y le asignan un tratamiento». Naturalmente, siempre encriptado y anonimizado.

Según explica Luis Santiago, la aspiración de su proyecto es realizar «un viaje integral desde la persona que está sana para llegar temprano» a los especialistas que puedan tratar un cáncer incipiente. Gracias a esta posibilidad, se ha permitido una detección precoz que ha reducido el coste de los tratamientos en un 30 % y han aumentado la adherencia de los pacientes en un 60 % al disponer de información más clara. De hecho, el chileno lamenta que existen otros programas a los que «uno de cada diez pacientes no dan continuidad». Y explica que los centros que han contado con su servicios «ven un tercio más de consultas de pacientes oncológicos».

Además, respecto al promedio, quienes han sido acompañados por esta startup han aumentado su tasa de supervivencia a los cinco años después de recibir el diagnóstico en un 30 % porque reciben seguimiento «para que puedan sacar su cita a tiempo».

Aunque la fiscalización para una inteligencia artificial ética es lógica, legítima y un gran desafío —tal y como han señalado los dos últimos Papas—, Luis Santiago es optimista cuando le preguntamos sobre sus aplicaciones positivas. «Nos permite analizar grandes volúmenes de datos y, en el tiempo que nos ahorramos, podemos acelerar el diagnóstico y generar un plan de tratamiento con un análisis multivariable que no toma en cuenta solo la opinión del médico».

Lógicamente, el doctor tiene la última palabra y la responsabilidad humana, pero ahora cuenta con más información y herramientas. El chileno propone un ejemplo revelador: «Si históricamente hay 150 pacientes que han tenido las mismas características que nos llegan, a 120 de ellos se les recetó un medicamento y no funcionó, y hay otros 30 a los que recetó otro y sí, ahí hay algo que observar».

En cuanto a la protección de unos datos tan sensibles como estos, Luis Santiago reconoce que «no es fácil porque somos un blanco para los ciberataques». Para evitar disgustos, siguen a rajatabla el Reglamento General de Protección de Datos de la Unión Europea, que es el más riguroso del mundo. Y cada seis meses «hacemos un ethical hacking», es decir, pagan a profesionales del pirateo «con sombrero blanco» que buscan fallas en sus sistemas y refuerzan su seguridad.