El abrazo de Yasar - Alfa y Omega

Tras el accidente en puerto del Nazmiye Ana, en mayo de 2021, tuvimos ocasión de compartir vida con los náufragos. Eran ocho en total: turcos, indios y un egipcio.

No se habían perdido en una isla deshabitada en medio del océano, pero, al verlos aquellos primeros días, lo parecía. Hasta que no pasó un tiempo, vagaban con el corazón entristecido por la incertidumbre a la que les sometió fortuitamente la mala suerte: la muerte de un compañero, la presión de las aseguradoras, sueldos y recuerdos perdidos, firma de papeles en un idioma que desconocían, el proceso judicial… Tres meses lejos de casa, en tierra extraña, dan para mucho: reír, llorar, conocer(se), decir tonterías, abrazar.

Aquella noche, como otras noches, tras su cena en el hotel, compartimos un rato de conversación. Un tanto extraña ya que, por la dificultad del idioma, nos servíamos del traductor del móvil. Estuve hablando con Yasar, uno de los turcos, el más joven. Enseguida me habló de su familia. Como sabía que era el capellán de Stella Maris, me habló de su fe: de cómo su padre le enseñó desde pequeño a mantener unos valores y, sobre todo, a no perder la confianza en Dios.

Este verano, un año después de su estancia entre nosotros, todavía los recordamos. Sabemos que Yasar, como el ingeniero Ishak, se enroló de nuevo y sigue navegando. Durdu, el cocinero, dejó la mar. Nos mandan fotos. De todas ellas, me quedo con el vídeo que nos mandó Yasar desde algún rincón de la mar africana. Simplemente nos mandaba un cariñoso saludo por el aniversario de Stella Maris Castelló, en julio.

Ese detalle, y todo lo que hay detrás, es un regalo que no tiene precio. Es el mejor regalo de Navidad para los voluntarios de Stella Maris. Son esos pequeños detalles que vamos recogiendo y que solo el voluntario interlocutor puede ver o intuir en el corazón del marino: un souvenir comprado en agradecimiento, el saludo con la mano al subir la escala del barco, un «buena suerte» al despedirse…

Les damos servicios, les ofrecemos recursos, pero, como todos sabemos, la Navidad que buscamos es otra cosa y se esconde en un abrazo.