De tanto mirar el horizonte por ver llegar la barca se le cansan los ojos a la madre. Cuando la nave aparece por la bocana saluda aliviada con la mano porque, un día más, arriba a puerto. Esta escultura que desde el muelle mira al mar representa cómo la dureza del mundo marinero envuelve en la prosperidad y en la adversidad a tantas familias y amigos. Que esa escultura de la madre y estas letras nos recuerden a las familias de los que pierden su vida en el océano, como los tripulantes del Villa de Pitanxo o tantos otros buques y pateras que ya no regresaran más.
En tierra o mar, la vida sigue. Como familia que espera en puerto, desde Stella Maris escuchamos, atendemos e intentamos aliviar el duelo de parientes y compañeros. Aunque los muertos se queden allá en lo profundo del mar, aunque no se acaben los accidentes laborales, aunque los ojos se cansen de mirar un horizonte vacío, iremos aprendiendo a estar ahí. Desde la escucha activa intentaremos, con nuestros medios, ser el eco que haga que esas experiencias vividas pasen por los ojos del amor y de la solidaridad que no se cansan nunca.
Todo esto, y ya en puertas del verano, me recuerda al marinero Simón Pedro de Cafarnaúm. En nuestra parroquia, la imagen que sale en procesión lo representa ya mayor y cansado, pero firme en su postura. Es como la imagen de los marinos mayores que, recordando, agradecen lo que el mar les ha dado. Muchos de ellos, aunque no salen a la mar, no abandonan el muelle o la lonja. Bajan de la actividad, pero no del entorno marinero. San Pedro, con esa mirada llena de años, observa que ya llega otro que le va a ceñir y que lo llevará donde no quiere, como le advirtió Jesús con amor (Jn 21, 18-19) y, tal vez, en esa mirada renueva su voluntad de seguirle a pie de mar. Los ojos de Pedro nos recuerdan que la mar es la escuela de vida que unió a Pedro con Jesús. Desde esa escuela, un poeta de nuestra mar, Miquel Peris, le cantaba a un aprendiz de marino dándole ánimos a pesar de las tormentas pasadas, porque «si el marino pierde la esperanza no verá el final de la tempestad», no superará la última ola.