Dios y los libros - Alfa y Omega

El objeto Dios parece más propio de la teología y la filosofía. Pero a veces los poetas oran, como Gerardo Diego, que pide a Dios por su amigo Juan Belmonte. Otras veces los novelistas viajan a la Edad Media, como Juan Perucho, porque creen que allí podrán respirar un aire más puro y mirar a Dios a plena luz. En ocasiones, el Dios que se muestra es el de los filósofos, tal es el caso de Borges, y en otras es Dios o Cristo quien inspira la creación de algún sublime personaje, como ocurre en Dostoyevski. La variedad de la presencia de Dios en la literatura es tan extensa como la de la vida misma, pero muchos coinciden en que el escritor es un inspirado, emulador o competidor de Dios. De ahí que la presencia de la divinidad a veces se plasma en su propia ausencia, como muestra El principito.

Durante la celebración del congreso Dios en la literatura contemporánea, del 19 al 21 de octubre en la Universidad Técnica Particular de Loja –con el patrocinio de la Fundación Fernando Rielo– lo participantes hemos querido que lo especulativo acompañe a la libertad creativa y la emoción. El hombre es un ser en busca de sentido. No es sensato que el investigador se ampute la humanidad cuando diserta en un foro académico. Por eso algunos ponentes han relatado sus procesos de búsqueda a través de la escritura. Porque nadie se priva del dolor y de la muerte, y en esas circunstancias, con frecuencia, surge el grito hacia Dios.

Ateos y heterodoxos han desfilado también por un congreso cuyas únicas restricciones eran adaptarse al marco temático. El polemista Chesterton puede danzar con los iconoclastas Alan Moore y Philip Pullman. Los conversos repentinos como Claudel, Frossard o García Morente pueden caminar por el mismo siglo de Houllebecq o Alda Merini, buscadores infatigables de un más allá de la apariencia.

No hay dos personas iguales ni dos escritores tampoco. Sería prolijo hablar de todos los escritores abordados: Fernando Rielo, José Luis Appleyard, Joseph Brodsky, Philip K. Dick, Sartre, Juan Ramón, Claudio Rodríguez, Peñalosa, Jiménez Lozano… Ha sido hermoso escuchar a Beatriz Villacañas hablar de la poesía de su padre, José Luis Villacañas; o a Isabel Díaz y a María Antonia García de León leer sus propios textos. El congreso concluyó con los versos del poeta Pablo Rodríguez-Osorio, escritos durante el propio foro: Buscando a Dios, y sus latidos / sentisteis latir en la escritura / que se hizo melodía y partitura / en vuestros corazones bien heridos.

Antonio Barnés
Coordinador del congreso