«Defender la vida y la familia no es retrógrado»
«Defender la vida y la familia en la sociedad, no es en absoluto retrógrado, sino profético», dijo al Papa al recibir a un grupo de obispos franceses en visita ad limina
Al recibir el viernes a un grupo de obispos de la Conferencia Episcopal de Francia, en visita ad limina, Benedicto XVI les recordó que su nación «tiene una larga tradición espiritual y misionera, hasta el punto de que fue calificada por el beato Juan Pablo II como educadora de los pueblos. «Los desafíos de una sociedad ampliamente secularizada —dijo el Papa— nos llaman ahora a buscar una respuesta con valor y optimismo, ofreciendo con audacia e inventiva la novedad permanente del Evangelio».
La Iglesia en Francia afronta hoy una situación difícil, ante los planes del Gobierno de equiparar las uniones homosexuales al matrimonio, de introducir una asignatura obligatoria en las escuelas de formación en la laicidad, y de abrir el debate sobre el suicidio asistido.
Benedicto XVI no se refirió directamente a estos asuntos, aunque afirmó: «También me gustaría hacer hincapié en la interdependencia entre el desarrollo de la persona y el desarrollo de la sociedad misma y del hecho que la familia, que es el fundamento de la vida social, se ve amenazada en muchos lugares, por una concepción defectuosa de la naturaleza humana. Defender la vida y la familia en la sociedad, no es en absoluto retrógrado, sino profético, ya que conlleva la promoción de valores que permitan el pleno desarrollo de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios».
De cara a la nueva evangelización, el Papa pidió evitar el peligro de la «burocratización de la pastoral». Por el contrario, «la evangelización exige partir del encuentro con el Señor en un diálogo establecido en la oración y, después, concentrarse en el testimonio, para ayudar a nuestros contemporáneos a volver a descubrir los signos de la presencia de Dios».
También recordó la presencia de numerosos jóvenes franceses, acompañados por sus obispos, en la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, un signo «del nuevo dinamismo de la fe que abre las puertas a la esperanza».