De la belleza a Dios - Alfa y Omega

De la belleza a Dios

Roma vivió el pasado sábado una auténtica catequesis visual. Sus calles, desde San Pedro hasta San Juan de Letrán, pasando por el Coliseo, fueron escaparate para el arte y la religiosidad popular de todo el mundo; esa manera de ser cristiano y de vivir la fe tan arraigada en la cultura y en la historia, pero que no es solo identidad sino anuncio, encuentro, reflexión, fraternidad y compromiso con los que más lo necesitan

Sandra Várez
La imagen del 'Cachorro' a su paso por delante del Coliseo
Foto: CNS.

«El Cachorro por el puente / va agonizando su pena. / Y en ese río penitente, refleja su tez morena». A este poema al Cristo de la Expiración, que procesiona por las calles de Triana desde la caída de la tarde hasta la madrugada de Viernes Santo, han pronto de mudarle la copla. Su rostro agonizante y su elevada mirada al cielo ante el instante justo de la muerte se han dibujado este fin de semana sobre la piedra del Coliseo, en Roma. Y esa imagen quedará ya para la historia de aquel que nunca, hasta ahora, había salido de Sevilla.

El Santísimo Cristo de la Expiración, más conocido como El Cachorro, junto a la malagueña María Santísima de la Esperanza, han sido dos de las imágenes que el pasado sábado protagonizaron la Gran Procesión del Jubileo de las Cofradías, dentro del año santo dedicado a la esperanza convocado por el Papa Francisco. Desfilaban otros pasos de España, Francia, Italia y Portugal, como el Nazareno de León, el crucificado Le Dévôt-Christ, de Perpiñán; o la María Addolorata, de la ciudad de Enna, en Sicilia. Una auténtica catequesis visual por las calles de Roma, que desde San Pedro hasta San Juan de Letrán, pasando por el Coliseo, el Circo Máximo o los Foros Imperiales, ha sido escaparate para el arte y la religiosidad popular de todo el mundo; esa manera de ser cristiano y de vivir la fe tan arraigada en la cultura y en la historia, pero que no es solo identidad sino anuncio, encuentro, reflexión, fraternidad y compromiso con los que más lo necesitan, como ponen de manifiesto las innumerables obras de caridad de las cofradías y hermandades de toda España

A intervalos amenazado por la lluvia, el paso del Cristo —cuyo rostro, dicen, está inspirado en la faz de un gitano asesinado en el siglo XVII— ha recorrido, con un cortejo de unos 300 hermanos, las piedras eternas; parándose, ante el lamento de una saeta, en uno de los lugares más emblemáticos de esa Roma donde cada rincón es una puerta de entrada a la historia de la cristiandad. Una historia que es también la del martirio de aquellos muertos por su fe, como rezaba en X la propia Hermandad del Cachorro acompañando con plegarias virtuales la imponente imagen del paso. «En el mismo lugar donde tantos cristianos derramaron su sangre… hoy pasa el Pastor que entregó su vida por todos. La Cruz vuelve a alzarse, no como castigo, sino como salvación».

Tras Él, su Madre, con el rostro atravesado por el dolor, ha desfilado por este mismo recorrido procesional de casi cuatro horas. «Entre pétalos y aroma de azahar, la Esperanza camina…» canta la Banda Musical de la Archicofradía de la Virgen malagueña, ante una hermosa estampa que es, tanto para los que viven la fe como para los que aún no la conocen, esa via pulchritudinis de la que tanto escribió el Papa Benedicto XVI.

Roma se ha vuelto cofrade estos días, con cerca de 10.000 participantes de todo el mundo unidos en una peregrinación exterior e interior para mostrar que el arte y la belleza son también una puerta de entrada a la fe; una forma de remover los lugares más recónditos del alma para descubrir, como escribió el santo de Hipona, la belleza eterna de Dios.