De debilidad a fortaleza - Alfa y Omega

Una famosa canción del mundillo cristiano tiene un pegadizo estribillo que dice «en mi debilidad me haces fuerte». ¡Qué paradoja! Las cosas de Dios son así, diferentes de nuestros planteamientos humanos, que ven en la debilidad una desgracia en lugar de una oportunidad.

Pero aquí viene lo mejor: resulta que ese Dios Padre en el que creemos, a través de su Hijo débil en Belén, en la cruz… elige a los que son frágiles y débiles para cumplir su proyecto. ¡Vaya golazo a nuestra altivez, a nuestra prepotencia! Nosotras, las hijas de Santa María de la Providencia, tenemos como carisma hacer familia con las personas con discapacidad intelectual, que son tremendamente fuertes en su aparente debilidad. Ya nos lo decía san Pablo en Corintios 12, 10: «Cuando soy débil, entonces soy fuerte».

La aceptación de nuestra propia fragilidad nos hace estar más abiertos a acoger la de los demás, nos hace más compasivos y misericordiosos, más humanos, en definitiva. Necesitamos de Dios precisamente porque somos poca cosa sin Él, pero nos hacemos grandes cuando ponemos nuestra vida en sus manos, nos dejamos hacer y permitimos a Dios que actúe en nosotros y nos fortalezca.

Todo esto se hace realidad en las personas especiales con las que vivimos. Dentro de un envoltorio frágil encontramos grandes y misteriosos regalos. Son fuertes en la fe, con una espiritualidad directa, sencilla, sin cortapisas. Son fuertes en el amor, porque aman intensamente con un amor puro y gratuito. Son fuertes en la capacidad de superación. Sobrecoge su capacidad de sobreponerse a las dificultades y altibajos de la vida. Son fuertes en su capacidad de adaptación a las circunstancias. Son fuertes en su sinceridad desnuda, sin convencionalismos, sin miedo al que dirán.

Son fuertes porque su vida misma es un revulsivo contra todo lo que relumbra y, sin embargo, no tiene luz; contra los que únicamente buscan trepar, cueste lo que cueste. Ellos son capaces de pararse en medio de una competición para ayudar al compañero caído, aunque eso implique que perderán la carrera.

¡Ellos son fuertes en tantas dimensiones que hemos ido desgranando a lo largo de estas breves reflexiones!

Pero su mayor fortaleza es su propia existencia, que nos recuerda lo grandes que nos ha hecho Dios a todos, a pesar de nuestras debilidades.