Conversión personal, conversión pastoral. Vivir en cristiano en tiempos de incertidumbre
En los días del 23 al 25 de enero, el Instituto Superior de Pastoral de Madrid ha celebrado la XXIX Semana de Teología Pastoral, en la que han asistido 290 personas procedentes de distintos lugares de España
Este año las jornadas llevaban como título Conversión personal, conversión pastoral. Vivir en cristiano en tiempos de incertidumbre.
Han intervenido en ellas Juan Martín Velasco, Pedro José Gómez Serrano, Felicísimo Martínez, Tiscar Espigares, Pepa Torres y el obispo de Tánger, monseñor Santiago Agrelo.
En este tiempo líquido, de perfiles difusos, bajo el paradigma de la incertidumbre como dice Bauman, urge hacer un ejercicio de sinceración y autocrítica: «reconocer el debilitamiento de la fe de muchos creyentes, de nuestra Iglesia, de nuestras propias parroquias». La primera de las ponencias, que corrió a cargo de Juan Martín Velasco, puso las bases a toda esta semana bajo el título Urgidos a la conversión. Se trata no solo de la crisis de Dios, sino también del debilitamiento de la vida teologal de los creyentes. En esto insistió Benedicto XVI en el sínodo celebrado en el año 2012, sobre la Nueva Evangelización para la transmisión de la fe. A la luz de las necesidades actuales, extraña la escasa presencia en los textos conciliares de temas como la experiencia de Dios y la poca atención al elemento místico del Cristianismo. Tal vez por eso, en las comunidades eclesiales surgidas a partir del Vaticano II se ha podido denunciar con razón un serio déficit de mística cristiana. Todavía las comunidades cristianas no somos hogares de oración y precisamos cultivar la «mística de ojo abiertos».
¿Cuál es la propuesta pastoral del Papa Francisco ante este desafío que invita a mirar a lo alto y a hincar los pies en el barro de la humanidad doliente? ¿Qué formas diversas adopta o puede adoptar el cristianismo en el mundo actual? ¿Existen formas alternativas de vivir el acontecimiento de Cristo hoy? A estas preguntas se ha querido responder como sabe hacerlo la Teología Pastoral, acogiendo el Libro de la Palabra y escuchando también la vida, la historia y el clamor de los pobres como lugares de Dios.
Esa doble escucha nos dará, seguro, pistas ilusionantes y llevará a que nuestra Iglesia y nuestra reflexión teológica sean a la vez humildes y audaces.