Con todo el corazón - Alfa y Omega

En este mundo nuestro cada vez más virtual a consecuencia de la pandemia, expresar sentimientos de corazón, con contacto físico incluido, es toda una proeza.

Las personas con discapacidad intelectual con las que vivo aman de corazón, hablan de corazón, tienen una inteligencia emocional que pasa por el corazón y que ya quisiéramos algunos. Trabajan de corazón y lo que es mucho más importante: aman de corazón.

Parece una obviedad, pero no es así. Porque amar con el corazón no está muy de moda en la pasarela sobre la cual exhibimos nuestros sentimientos. Usamos el término amor con demasiada frivolidad, corriendo el riesgo, muy posible, de desvirtuar la esencia misma de la palabra y su contenido más auténtico.

Las personas con discapacidad intelectual te quieren. Y punto. Es una lógica aplastante que te abruma y te cuestiona. Aman sin más, y sin menos; sin buscar recompensa, sin esperar otra cosa. Si esto no es verdadero amor, que venga Dios y lo vea.

Ese es el plus de la excelencia y el escenario en el que deberíamos actuar todos los humanos. Pero nosotros amamos normalmente a quien nos ama. ¿Y qué premio tendremos?, nos dice Jesús en el Evangelio. Habrá que hacer examen de conciencia sobre este tema, porque como decía san Juan de la Cruz, «al atardecer de la vida nos examinarán del amor».

Os cuento que durante muchos, muchos años, cada mañana al abrir los ojos, he escuchado el dulce y reconfortante sonido de un «te quiero», pronunciado con tal énfasis que me penetraba profundamente.

Quien me lo decía de corazón era una persona residente en nuestro centro, Casa Santa Teresa. Ese desayuno de cariño me llenaba tanto que me sobraba hasta la tostada mañanera; al menos durante un rato (claro).

Dicen que en la familia es donde cada uno somos lo que somos. Y es una gran verdad. En esta familia que las hijas de Santa María de la Providencia hemos formado con las personas con discapacidad puedes ser lo que eres sin ambages, sin dobleces, porque eres querido tal cual eres por encima de todo. ¡Vaya regalazo! ¿No os parece?

Estas experiencias son las que iluminan el día, sanan el alma y dan sentido al seguir adelante en medio de las dificultades que normalmente nos reserva la vida. Estos hermanos nuestros no hacen más que enseñarnos, ojalá aprendamos.