«Combatir la trata no es solo cuestión de leyes sino de conciencia»
La coordinadora en Roma de la red contra la trata de la Unión de Superioras Mayores de Italia denuncia que «muchas veces preferimos mirar hacia otro lado»
De acuerdo con los datos los que tiene acceso Naciones Unidas, la trata de personas es un crimen que esclaviza a más de 50 millones de personas en todo el mundo. Una lacra que, a través del miedo, afecta especialmente a mujeres y niñas, quienes suponen un 79 % de las víctimas estimadas. Otro tercio son menores, aunque también la sufren hombres. Y se ceba especialmente con las personas migrantes de todas las tipologías.
Con motivo de la Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra esta lacra, que tuvo lugar el pasado 8 de febrero, la prensa vaticana acaba de dar a conocer el testimonio de María Rosa Venturelli. Es una misionera comboniana y coordinadora de la red contra la trata que ha desplegado en Roma la Unión de Superioras Mayores de Italia (USMI). «El fenómeno es aterrador, pero muchas veces preferimos mirar hacia otro lado», diagnostica esta religiosa, quien considera que «combatir la trata no es solo cuestión de leyes sino de conciencia social».
Según la comboniana, entre los desencadenantes de este tipo de abusos están la pobreza, la guerra y la falta de trabajo. Un cóctel que empuja a las personas de países en vías de desarrollo a escapar a cualquier precio, lo que las hace caer en ocasiones en redes criminales. «El miedo les impide denunciar», explica Venturelli, quien añade que, aunque «la ley exige que hablen, si lo hacen su vida corre peligro».
En su conversación con la prensa vaticana, esta comboniana narra algunos sucesos de los que ha sido testigo y que son especialmente crudos. Como el de «una joven nigeriana que fue asesinada y su cuerpo abandonado en la carretera». «No era útil para sus explotadores y la desecharon como un objeto sin valor», amplía. «Tardamos dos meses en identificarla y darle sepultura».
La coordinadora de la red contra la trata de la USMI concluye su entrevista asegurando que, «en su camino de renacimiento, estas mujeres demuestran ser excepcionales, con gran voluntad y determinación». «Lo importante es no juzgar nunca, sino ser solidarias, derramando cada día una gota de humanidad sobre las hermanas más vulnerables».