«Tendríamos que hablar de por qué un hombre acude a la prostitución»
Consuelo Rojo, religiosa adoratriz, pide «un trabajo preventivo» para desmontar la trata de personas
«Esto es triste, pero hay que poner el foco ahí. Llevamos muchos años intentando erradicar la trata de personas y parace que no lo conseguimos», diagnostica en conversación con Alfa y Omega Consuelo Rojo, religiosa adoratriz. Con motivo de la Jornada Mundial de Oración y Relexión contra la Trata de Personas que se celebra este sábado, explica que «habría que atajar el fenómeno desde muchos más lugares que no solo la atención a las mujeres». «Sobre todo un trabajo preventivo», recalca.
Un primer frente a abordar es el económico. «Si no hubiera tantas necesidades, algunas personas no acabarían en esta historia». Otro, la violencia que «las obliga a salir huyendo» de sus propios entornos. Y un tercero absolutamente nuclear, sobre todo en la explotación sexual: «Tendríamos de hablar de por qué un hombre acude a la prostitución, cuál es nuestro modelo educativo y de sexualidad». Resume como raíz de toda esta lacra que «cuando en el centro de la vida no está la persona, todo está permitido y todo se puede utilizar».
Visitas en «contextos hostiles»
Esta religiosa adoratriz señala que su congregación realiza, entre otros trabajos, el de prospección en clubes y pisos donde hay mujeres en contextos de prostitución para atenderlas. «Son contextos hostiles y se habla lo que se puede», explica. Pero a veces encuentran una puerta abierta porque, por ejemplo, «les explicamos qué opciones tienen para ir al médico si no disponen de una tarjeta sanitaria» o realizan análisis rápidos de VIH, lo que interesa tanto a las explotadas como a los proxenetas. «En este contacto con las mujeres siempre dejamos nuestros teléfonos y a veces nos dan los suyos», amplía. Son pasos fundamentales «para intentar tener un encuentro fuera de esos contextos e iniciar un proceso».
Otras veces, aunque solo «en casos muy puntuales», estas religiosas o sus colaboradoras laicas acompañan a la Policía en el aeropuerto o a la desarticulación de algún piso «por si algunas mujeres necesitan ayuda».
En centros u hogares
Rojo explica que el proyecto de las adoratrices en todos los lugares, igual que en el de Madrid, es el mismo: «Acompañar a las mujeres en sus procesos de liberación». Para ello cuentan con gente contratada y equipos multidisciplinares.
En concreto disponen de lo que define como «centros de atención social», que son recursos ambulatorios en los que las mujeres no pernoctan pero pueden recibir atención social, jurídica o psicológica, incluso mientras aún viven «en sus contextos de prostitición».
Por otro lado, cuentan con recursos residenciales para las mujeres que han conseguido desvincularse de sus explotadores. «Viven en nuestra casa durante un tiempo para sentirse seguras y protegidas», explica. Ahí «entran en juego todas las disciplinas sociales». La prioridad absoluta es «iniciar procesos para que puedan reemprender sus vidas». «Lo que intentamos es acompañar el proceso de las mujeres que han vivido metidas en la violencia. Muchas veces las consecuencias son mentales y espirituales y nos encargamos de esa parte más emocional», concluye.