Doce de los próximos Beatos mártires fueron Adoradores Nocturnos; hombres de todas las edades y condiciones. Entre ellos, hay cuatro sacerdotes diocesanos, dos obispos, un seminarista, un carmelita, un jerónimo, un Hermano de La Salle, un trinitario y un laico. Todos tienen en común que pasaron muchas horas de Adoración Nocturna (y seguro que también diurna), todos murieron por no renegar de su fe, y perdonaron a los que los mataban.
El joven José María Poyatos, adorador en Úbeda (Jaén), miembro también de Acción Católica, ya detenido, consiguió hacer a solas la Hora Santa que le hubiera tocado en su turno de Adoración Nocturna. Según cuentan, predijo su propia muerte cuando, hablando con su hermana María Castillo, le afirmó que el día de Santa Teresita y San Francisco habría un nuevo mártir y sería él. Y así fue. Ese día, con 21 años, le llevaron al cementerio y allí le invitaron a volverse de espaldas, pero él quiso morir de frente y gritando: ¡Viva Cristo Rey! Otro joven, seminarista en este caso, fue Manuel Aranda Espejo. Acudía a la AN de Martos cuando le era posible. Tenía 20 años. Alguno de sus compañeros recordaba con cuánta fe y devoción hacía la genuflexión ante el Santísimo.
A ellos se unen sacerdotes diocesanos, como Juan Huguet o Francisco Solís Pedrajas, párroco y arcipreste de Mancha Real (Jaén). Ante las tapias del cementerio donde le llevaron a matar, él pide ser el último para ayudar a sus compañeros. Al final, nadie se atreve a dispararle, hasta que lo hizo un exaltado. Francisco López Navarrete, que pasaba gran parte de la noche ante el Santísimo en Orcera (Jaén), pudo escapar, pero prefirió ir en el llamado tren de la muerte junto a su obispo, porque lo que sea del señor obispo sea para mí. Quiso morir el último para dar el sacramento del Perdón a todos. Su obispo era monseñor Basulto, adorador honorario de la sección de Jaén. Otro obispo, monseñor Borrás, obispo auxiliar de Tarragona, fomentaba la Adoración Nocturna en la misma diócesis que acogerá su beatificación. A ellos se une el padre carmelita Carmelo Moyano, que estuvo arrestado durante 38 días antes de ser asesinado; le tiraron excrementos, le pegaron, le tentaron con una prostituta, pero resistió. El trinitario Francisco Euba era el director espiritual de la AN en el convento de Alcázar de San Juan (Ciudad Real). A ellos se añaden el restaurador de los Jerónimos, Manuel Sanz, que durante sus años de trabajador en ferrocarriles y en la Banca también fue Adorador Nocturno. El hermano de la Salle Eugenio García Tribaldos, en sus años de seglar, participó, sin faltar a una vigilia, en la AN de Madrid.
Estos adoradores, ya casi Beatos, eran y son amigos de Dios. Son intercesores nuestros ante Dios, y ejemplos de fe. La Adoración Nocturna cuenta con muchos cientos de mártires que seguramente nunca serán declarados Beatos. Ahora, al concluir el Año de la fe, estos doce adoradores se unen al ramo numeroso de flores que la Adoración Nocturna tiene a los pies del Santísimo. Que su aroma perfume nuestros corazones y nuestra fe. Hoy y siempre.
Elena Santos
Vocal para las Causas de los Santos de la Adoración Nocturna Española