El Foro de la Familia acaba de designar nuevo Presidente en un proceso normal de crecimiento y renovación en la continuidad. Mariano Calabuig me sustituirá a mí como yo sustituí a José Gabaldón hace ocho años. En ambos casos, los acuerdos se han adoptado por unanimidad de los miembros del Foro y en un clima de unidad alrededor del proyecto compartido de defensa de la familia, la vida y la libertad. El Foro es un ejemplo –poco frecuente en estos tiempos en otros ámbitos– de un grupo de personas unidas alrededor de un ideal, con espíritu de verdadero voluntariado y donde los cargos se ejercen con responsabilidad durante un tiempo y se ceden al siguiente con total normalidad. Los voluntarios del Foro pasamos de una responsabilidad a otra sin traumas ni crisis; no se trata de ceses ni de crisis, sino de rotación normal en las responsabilidades para garantizar frescura continua en las formas de hacer.
Yo, al dejar de ser Presidente, no me voy a ningún sitio, sino que seguiré trabajando en el Foro como un voluntario más a las órdenes del nuevo Presidente. Mariano Calabuig no llega al Foro para mandar, sino que sigue siendo el voluntario que era y que ahora asume una responsabilidad nueva. La vida de la asociación se enriquece con el transcurso del tiempo y la rotación de los equipos, en una continuidad siempre renovada en sus inspiraciones y protagonistas.
Evidentemente, cada Presidente marca con su estilo personal la labor del Foro; y por eso es bueno un cambio cada cierto tiempo, para que la institución no quede petrificada e identificada con los modos y prioridades de una persona en particular, por fuerte que sea su liderazgo. ¡Ojalá en la vida política española se actuase de esta forma! Si así fuese, a lo mejor no pasaríamos por la crisis de credibilidad de la política y los políticos que padecemos.
En el Foro es posible esta renovación tranquila y periódica porque aquí todos somos voluntarios; no vivimos de esto ni ganamos nada material con ejercer un cargo de responsabilidad, y lo que nos une es el amor a un ideal. Alrededor de un amor compartido la unidad puede ser total y extenderse a cada vez más personas: si yo amo la vida y tú también, tu amor no disminuye el mío, sino que nos une querer lo mismo. Por contra, cuando lo que se quiere compartir es algo material, lo que tú te apropies yo lo pierdo.
Esta reflexión puede ayudar también a entender por qué, cuando una sociedad pierde los ideales y se articula sólo alrededor de un reparto de cosas materiales, el enfrentamiento y la división devienen inevitables. Quizá en España esté pasando algo así: los que reducen la vida pública a una administración o reparto de rentas y bienes, sin capacidad de generar ilusiones e ideales compartidos, coadyuvan –aun sin quererlo– a la división y el enfrentamiento. Otra clave para entender lo que está pasando en España.
En el Foro de la Familia preside los cambios el espíritu generoso y altruista de gente buena, que sólo quiere hablar bien de las cosas buenas y se organiza y se pone en contacto sólo para este fin.