Francisco: «Si no cuidamos unos de otros no podemos sanar el mundo»
En la audiencia general de este miércoles 12 de agosto, el Papa Francisco afirmó que «el coronavirus no es la única enfermedad que hay que combatir, sino que la pandemia ha sacado a la luz patologías sociales más amplias», como «la visión distorsionada de la persona, una mirada que ignora su dignidad y su carácter relacional»
«La pandemia ha puesto de relieve lo vulnerables e interconectados que estamos. Si no cuidamos el uno del otro, empezando por los últimos, por los que están más afectados», si no cuidamos de la creación, no podemos sanar el mundo». Así lo aseguró el Papa Francisco en la audiencia general de este miércoles 12 de agosto desde la biblioteca del Palacio Apostólico.
El Santo Padre reconoció el compromiso «de tantas personas que en estos meses están demostrando el amor humano y cristiano hacia el prójimo, dedicándose a los enfermos y poniendo también en riesgo su propia salud: son héroes». Sin embargo, afirmó el Pontífice, «el coronavirus no es la única enfermedad que hay que combatir, sino que la pandemia ha sacado a la luz patologías sociales más amplias», como «la visión distorsionada de la persona, una mirada que ignora su dignidad y su carácter relacional». Una mirada de los otros como objetos, pasa usar y descartar, que «fomenta una cultura del descarte individualista y agresiva, que transforma el ser humano en un bien de consumo».
Pero Dios, mira al hombre y a la mujer de otra manera, afirmó Francisco. «Él nos ha creado no como objetos, sino como personas amadas y capaces de amar, nos ha creado a su imagen y semejanza», dotando al hombre de una dignidad única, invitándolo a vivir en comunión con Dios, en comunión con los hermanos y hermanas, en el respeto de la creación. La creación es una armonía a la cual estamos llamados a vivir: una armonía que es comunión».
El Papa ha reconocido que en los Evangelios hay un ejemplo de esta mirada individualista: la petición que la madre de Santiago y Juan hace a Jesús para que sus hijos puedan sentarse a la derecha y a la izquierda del nuevo rey (Mt. 20, 20-28). Frente a esta petición, el Señor propone otro tipo de visión: «la del servicio y del dar la vida por los otros. La armonía es el servicio», ha subrayado el Pontífice.
«Como discípulos de Jesús no queremos ser indiferentes ni individualistas», afirmó el Santo Padre, y pidió al Señor »que nos dé ojos atentos a los hermanos y a las hermanas, especialmente a aquellos que sufren», reconociendo la dignidad humana de cada persona, cualquiera sea su raza, lengua, o condición. «La armonía te lleva a reconocer la dignidad humana, aquella armonía creada por Dios».
La dignidad humana es inalienable
Citando la constitución pastoral Gaudium et spes del Concilio Vaticano II, el Papa Francisco recordó que «la dignidad humana es inalienable, porque ha sido creada a imagen de Dios», fundamento de toda la vida social y que determina los principios operativos. En la cultura moderna, «la referencia más cercana al principio de la dignidad inalienable de la persona es la Declaración Universal de los Derechos del Hombre». El Santo Padre afirmó que «los derechos no son solo individuales, sino también sociales, de los pueblos y de las naciones»; el ser humano en su dignidad personal es un ser social creado a imagen de Dios, Uno y Trino.
Luego, el Papa Francisco profundizó sobre las «serias implicaciones sociales, económicas y políticas» que surgen de esta renovada conciencia de la dignidad de todo ser humano, que suscitan un comportamiento de atención y de cuidado. «Mientras trabajamos por la cura de un virus que golpea a todos indistintamente, la fe nos exhorta a comprometernos seria y activamente para contrarrestar la indiferencia delante de las violaciones de la dignidad humana; la fe siempre exige que nos dejemos sanar y convertir de nuestro individualismo, tanto personal como colectivo».
Finalmente, el Santo Padre pidió al Señor que «pueda devolvernos la vista para redescubrir qué significa ser miembros de la familia humana», y para que esta mirada «pueda traducirse en acciones concretas de compasión y respeto para cada persona y de cuidado y custodia para nuestra casa común».
Vatican News / Redaccion